"EL SILENCIO DE LOS CORDEROS", artículo publicado en Diario de Pontevedra el 18 de noviembre de 2018
Como la cosa partidaria
en España ofrece más de lo mismo, y en Pontevedra no veo solución a la falta de
flema vecinal para protestar como se merece, un proyecto más parecido a la
estética de “Star Wars” que a la puesta en valor de un puente de origen romano,
insigne en nuestra ciudad como la peatonalización del puente del Burgo; aprovecho
la ocasión y en este artículo de hoy voy a tratar otro de los temas que me pone
furiosa cada vez que me llega alguna noticia al respecto, el maltrato animal.
Los animales no son trastos, no se patean, no se apalean, no se lanzan, ni se humillan en ninguno de los casos, y menos cuando se trata de sus últimos momentos antes de ser sacrificados en un matadero.
En primer lugar, y
antes de seguir con este tema por el cual sé que tendré muchas críticas de uno
y de otro lado, lo cual no me importa ya que en este momento y fecha de mi
viaje por la vida puedo hacer balance de mis errores y aciertos, afianzada como
nunca antes en lo que pienso, escribo y practico; aprovecho esta tribuna
abierta para unirme a todas aquellas personas que enarbolan la bandera de los
derechos de los animales, y lo hago, manteniendo mi templanza, (y a veces no es
fácil) esperando que la mayoría de los seres humanos tomen conciencia de ello
de la forma tranquila, natural y consecuente como hice yo, y si no se da el
caso, que me respeten como yo a ellos.
¡Sí!, sé lo que muchos
estáis pensando, yo he ido a los toros desde bien pequeña, y años más tarde
formé parte de una peña taurina, pero ahora no. Esta ha sido mi decisión
personal, y os aseguro que no exenta de críticas de todo tipo por parte de los
taurinos y de los antitaurinos que, entre otras cosas reprochan mi pasado. Pero
uno va evolucionando en la vida, va tomando posiciones, y desde hace ya unos
años y gracias a un buen amigo, mi óptica hacia los animales cambió. Es cierto
que no los considero personas, como algunos al extremo hacen, pero no pocas
veces pienso que ya les gustaría a muchos humanos ser como ellos.
Sin llegar a ser vegetariana
ni vegana, cada vez como menos carne, (aunque corderitos y cochinillos jamás), pero
entiendo que hay una industria como la cárnica que es de gran importancia en
este país, (y se de lo que hablo porque mis abuelos tenían parte en ella),
tanto desde el punto de vista económico como el de generación de empleo, lo que
no puedo consentir es que en instalaciones industriales de este sector, se
produzcan situaciones monstruosas como las del vídeo que llegó a mí a través de
Facebook y WhatsApp sobre un matadero de corderos en Riaza, Segovia, España. Me
llegan muchos, por desgracia, pero este lo hemos identificado. A ver ahora que
pasa y como actúa la Junta de Castilla y León, eso para empezar.
Este vídeo fue gravado
por unas cámaras a través del trabajo de la ONG de protección animal Equalia, y
les puedo asegurar que no es fácil de ver, y si alguno come carne como la de
estos animales de meses, si ven eso, esta Navidad o cuando cuadre, no lo
volverían a hacer. Se lo aseguro.
Es inadmisible que en
pleno siglo XXI lleven a la muerte de esa manera a un animal, y así como hay cintos
de casos no denunciables, este fue de fácil detección, ya que en el pueblo solo
hay un matadero. No sé si los dueños saben el tipo de gentuza que contratan; si
no es así, que se enteren, los denuncien y despidan, porque no me cabe la menor
duda que estará buscando empleo alguien mejor para desarrollar esa labor,
aunque yo no esté en nada de acuerdo con ella, y sienta que para ser matarife
se tenga que estar hecho de una pasta especial.
Soy de las que aboga
por la necesaria la presencia de cámaras a lo largo del proceso, y esto no es
ninguna novedad. Así en países como Israel son obligatorias desde hace algunos
años, en el Reino Unido también, y el último pais en sumarse a la lista ha sido
la vecina Francia, donde y desde enero de 2018, los alrededor de 1.000
mataderos franceses tendrán que tener la videovigilancia en todas aquellas
zonas donde haya animales vivos, es decir, en zonas de transporte, descarga, alojamiento
o reposo, aturdimiento y sacrificio. Así con esta nueva ley francesa a todos aquellos
que se les sorprenda exhibiendo comportamientos crueles con los animales podrán
ser condenados a un año de prisión.
Y es que esto nos debe
de unir a todos aquellos que no quieren una barbarie a la hora de sacrificar a
los animales, y por otro lado a los carnívoros empedernidos; porque si los
animales no son tratados como debieran, la carne que ellos consumen no estará
en la mejor de las condiciones, y eso es un tema de salud pública más que
importante. Por otra parte, no estaría demás, saber qué factores culturales,
económicos, personales, psicológicos, sociológicos, etc., influyen de modo
positivo y negativo en el cumplimento de las normas de bienestar animal en un matadero.
Animo a los
legisladores españoles a introducir mecanismos que ayuden a prevenir el
maltrato y mejorar el bienestar animal. Ello será bueno para todos, en especial
para los animales que no se pueden defender; y por ello, me sumo a ese cada vez
más grande grupo de personas que pretenden dar voz al silencio de los animales,
y en este caso al silencio de los corderos.
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