¡NO SON JUGUETES!, artículo publicado en "Diario de Pontevedra" el 22 de diciembre de 2019
Muchos de ustedes saben
de mis periplos diarios cuando me dirijo a trabajar a Santiago, otros cuantos
me imagino que no, (tampoco tendrían por qué), pero les cuento que el
transitar una hora de ida y otra de vuelta en el tren o en el autobús da para
mucho, para tomar el pulso de muchas noticias de actualidad, y de la vida y
milagros de los pasajeros, que sin tener en cuenta la presencia del resto del
“vecindario”, proclaman a viva voz sus mayores sentimiento y/o anhelos,
importándole un bledo si los demás tenemos ganas de descansar, lanzando unos
"berridos a viva voz", que dejaban en evidencia su falta de
"todo".
Sin ir más lejos, esta
semana fui partícipe "obligada" de una discusión entre dos personas
de esas que creen que acomodarse en un asiento de autobús les da licencia para
hacer como que están en el salón de su casa. El centro de su conversación
versaba sobre los regalos que recibimos de Papá Nöel , y si es una buena idea
regalar mascotas en Navidad.
Tan pronto llegó a mis
oídos la palabra "mascotas", pues que quieren que les diga, no me
gusta nada; aunque mucho menos lo que una de aquellas personas dijo, (al tiempo
que paseaba con su móvil por páginas web de venta de perros), palabras
textuales, razas "molonas".
El "mejunje"
que resulta del mix "mascotas+Navidad+ razas molonas", no me da buena
espina, ya que lo veo enfocado a la compra de un peluche viviente de lo más
guapo, y que al ir creciendo, pasará a engrosar la triste lista de los más de
138.000 animales que según el estudio de 2017 de la fundación Affinitty, fueron
abandonados en España. Cifras que se convierten en una verdadera barbaridad.
Hay muchas personas que
se decantan por la primera de las opciones que les planteaba, la de no dejar
adoptar animales en época de Navidad.
Las razones, son tantas
como personas, pero he intentado resumirlo en una decisión basada en el
consumismo impulsivo que termina provocando abandonos tras las vacaciones,
arrepentidas de lo que han hecho; ya que no en pocas ocasiones, los regalos,
una vez agotado el factor “novedad”, pueden perder interés para sus
propietarios y acabar relegados en sacos de juguetes, estanterías o cajones,
bajo la cama o vaya usted a saber en dónde.
Cuando se toma la
decisión de aumentar la familia con un animal, en primer lugar, que te va a
acompañar los siguientes años de tu vida (5-10 o hasta 22 años como los que
cumple en febrero mi gata Lola); y en segundo lugar, que se tiene que tener muy
claro es que un animal es un ser con vida, que siente y sufre. LOS ANIMALES NO
SON PELUCHES, no pueden ser apartados sin más, para acabar entre rejas,
atropellados o sacrificados.
Pero por otro lado
están las personas, (que como yo que tengo tres gatas compartiendo mi vida), no
abogamos por la fecha de la adopción; porque yo sí adoptaría en Navidad como en
cualquier otra época del año, ya que la valoración que debe hacer la protectora
para con el adoptante debe ser la misma, entonces, a mi juicio, ¿dónde está el
problema? ya que sinceramente y por poner un ejemplo, ¿por qué una adopción
cualquier otro día del año, tal como un 8 de julio el animal no va a ser un
“regalo” de cumpleaños, de fin de curso, comunión etc. y pueda acabar como no
debería?
Yo soy de los que
piensan que la época no es lo más importante, lo crucial es la idoneidad de los
que se acercan a solicitar una adopción, y el seguimiento que hay que hacer con
ellos. Y quizá en un período vacacional como este, la adaptabilidad del animal
adoptado a la persona o a la familia adoptante juegue con ventaja a la hora de
ir conciliando comportamientos y hábitos.
Cuestión peligrosa me
parece a mí la de las compras de las “razas molonas” del individuo de la
conversación del autobús, ya que en multiplicidad de ocasiones se convierte en
una transacción de cambio de dinero por la recepción de un animal y ahí, sí que
sospecho, no hay el control como en el caso de una protectora que hace
seguimiento.
Evidentemente cada
persona está en su derecho de hacer lo que más le plazca, y yo, evidentemente
no debo ni puedo entrar en su espacio de decisión personal, ¡faltaría más!;
pero sí puedo, humildemente, hacer algunas recomendaciones desde el respeto,
pero con la razón por delante; ya que después vienen las lamentaciones.
Eso sí, lo que TENGO
MUY CLARO ES LA ADOPCIÓN frente a la compra; en primer lugar porque estamos
dando una oportunidad de una vida mejor a muchos animales que nos lo
agradecerán tanto o más que nosotros su cariño y compañía; y por otro, frenamos
la explotación de las hembras, que acaban convertidas en máquinas de parir, con
el único beneficio económico para sus “dueños” (nunca mejor dicho).
La decisión y la
responsabilidad ante la llegada de un nuevo miembro a la familia es de todos y
cada uno de nosotros, pero tengamos muy presente que los animales de compañía, NO SON JUGUETES.
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