SOLIDARIDAD CON TODA SEGURIDAD, artículo publicado en Diario de Pontevedra ,el 13 de septiembre de 2015

Este pasado viernes se cumplían 14 años de aquel fatídico 11 de septiembre, en donde el mundo entero veía en directo la muerte de miles de personas.

Yo que no daba crédito a lo que mis ojos me transmitían con el choque del primer avión, en ese mismo instante, tuve ya la sensación que todo había cambiado en segundos. Ese sentimiento se confirmó, cuando el segundo avión destrozaba aquella segunda torre. Ya nada volvería a ser igual, el curso de la Historia había dado un salto de gigante y nadie estaba seguro, ni los más grandes.


Cuando una amiga me habló de la novela El hombre del salto, de Donald Delillo, me identifiqué absolutamente con un personaje quiere dejar patente una reflexión tremenda sobre la caída de las torres gemelas. Y lo hace expresando la gran diferencia de temperamento y de destino que separa a una persona que ve caer la primera Torre y a esa misma persona viendo caer la segunda. Este segundo “asalto”, nos dice el autor, se produce en un mundo mucho menos inocente, mucho más envejecido. Un mundo que ya sabe que aquella barbaridad puede suceder.

Hoy quería escribir sobre este tema, aunque nunca es fácil. En estos días es más que necesario, que hagamos todos juntos o por separado una importante reflexión ante otro desplome al cual hemos asistido, de nuevo en directo, y cuyas consecuencias estamos comenzando a sentir como nuestras, igual que cada mota de polvo al desmoronarse el World Trade Center y aledaños.

Efectivamente me refiero al desplome de otros gigantes, Afganistan, Irak, Libia y Siria; y de forma más concreta a los miles de personas que huyen de la guerra.

Y ahí está de nuevo España, la gran España solidaria , que de nuevo da ejemplo con su pronta respuesta y su fraternidad. Siempre estamos todos ahí, y así debe ser.

Pero dicho todo ésto, y teniendo en cuenta que hace dos días conmemorábamos el 14 aniversario del 11 de septiembre, no olvidemos que dentro de aquellos aviones de buenos ciudadanos se camuflaron verdaderos asesinos; al igual que en nuestro terrible 11 de marzo, en donde junto con las personas que se dirigían a trabajar tan tranquilos, se encontraban unas manzanas podridas que portaban bombas y los llevaron a la muerte.


No me cabe la menor duda que nuestro Gobierno de España, sabe cómo se hace un trabajo discreto en los servicios de inteligencia, sobre todo tras haber vivido la lacra del terrorismo de ETA y atentados como el de los trenes de Atocha, en donde siempre han sido un ejemplo a seguir.

Me tranquilizan las palabras de los ministros de Justicia y del de Interior  para mantener una alerta ante el posible paso de efectivos del grupo terrorista Estado Islámico entre los refugiados, aprovechando cada una de las mareas humanas que entran dentro de Europa.

No me malentiendan, no me estoy quejando  porque vengan refugiados a mi tierra, pero quiero que vengan los buenos, los malos, sí que no quiero que vengan.


La cuestión no es baladí y el problema es de primera magnitud, y como a mi me preocupa muchísimo, pido humildemente a los gobernantes una sabia y certera combinación de solidaridad y seguridad.









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