TIEMPO DE INFIDELIDAD, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 11 de octubre de 2015.
No seré yo quien aborde los temas de la infidelidad en una pareja, no es de mi incumbencia. Pero es cierto que vivimos en un tiempo de infidelidad. Una tipología de infidelidad, que como politólogo, sí me interesa.
Algo se está haciendo mal, o algo hemos hecho mal, no hay más que echar una visual a nuestro alrededor. Porque bien es cierto que este tiempo que nos ha tocado vivir, es un tiempo falto de muchas cosas, pero sobre todo de valores.
La lealtad, la confianza, el compromiso, el sacrificio y algo tan simple como la sinceridad, parecen ser prácticas que han desaparecido de los diccionarios que manejan una gran mayoría de las personas con las que cohabitamos.
Decía Ray Kroc, el fundador del imperio Mc Donalds, que ninguno de nosotros es tan bueno como todos nosotros juntos, y que si usted trabaja sólo por dinero, nunca lo va a lograr, pero si ama lo que estás haciendo y siempre pone al cliente en primer lugar, el éxito será tuyo. Estas frases se me quedaron grabadas, ya la primera vez que las oí. El denominador común de ambas, la fidelidad.
Pues bien, esta última semana, destacados miembros del Partido Popular, parecen no hacer gala de ello. De esa probidad a una agrupación política que les dio toda la gloria de la que han gozado, y de la que algunos aun se siguen aprovechando.
En sus diccionarios o libros de cabecera podrán aparecer términos extravagantes de los que se jactan tan pronto se plantan ante un micrófono, pero parecen haber olvidado lo esencial.
La infidelidad se vive en este tiempo, pero lejos de asumirla como la peor traición de la pareja. Se piensa que el infiel es el culpable de un grave daño a la relación de dicha unión. En este caso, la unión de dos partes, la agrupación política a la que estaban o siguen unidos, y el individuo en cuestión.
Las causas de infidelidad pueden ser múltiples. El o la infiel busca lo que no encuentra con su “otro”, por ejemplo aspectos intelectuales, físicos, emocionales, de atención, económicos, etc.
Cuando el Partido Popular ganó las elecciones generales en 2011, tras el apoyo de 11 millones de españoles que le otorgaron una mayoría absoluta para cambiar las cosas y regenerar la vida política en España, todos estos hoy infieles, coreaban al unísono su frase de amor al “otro” como en Fuenteovejuna. Pero las cosas comenzaron a cambiar, cuando la realidad que se encontró aquel recién formado gobierno, recibió el caramelo envenenado de la herencia de Zapatero.
Hay que reconocer que el trabajo de todos y cada uno de los miembros del gabinete se focalizó a intentar sacar a España del pozo, casi sin fondo, del que se encontraba, sin importarle nada más. El resultado, como suele pasar en muchas parejas, pues que el trabajo y la dedicación a lo cotidiano, terminó por aniquilar el amor. Y cuando la pobreza entra por la puerta el amor salta por la ventana.
No era tiempo de cucamonas, carantoñas, mimos y dedicación a los suyos. Todos y cada uno de los minutos se necesitaron para solucionar los problemas materiales.
Y aunque en eso acertó aquel competente gobierno, se olvidó de lo otro, optando por imponer la razón al corazón.
Pero al descuidar las facetas menos tangibles de los suyos, aparecieron nuevos pretendientes para todos aquellos desenamorados; y a los hechos me remito tras los resultados de las distintas contiendas electorales.
Está claro que si la unión del simpatizante y afiliado no era del tipo unión formal y con compromiso, pudiesen haber salido a buscar a otro que les llenase más. Pero en el caso de los que habían sido satisfechos al ciento por ciento y más allá por la agrupación política, la infidelidad que profesan ya no es tanto por la dejadez del otro, si no por un egoísmo exacerbado. ¿ Sería aquella unión sólo de conveniencia?. Ojo.
El tener que haber escuchado y oído durante esta semana a varios de los privilegiados de la unión por conveniencia popular con frases como, “Rajoy va a ser cabeza de lista sí o sí, y yo no voy en las listas, votaré a Ciudadanos”, “reivindico un PP de gente como María San Gil y Ortega Lara”, “advierto hoy del comprometido futuro político del PP después de su derrota en las elecciones catalanas”; no me parece de lo más apropiado. Y no porque algunas quizá no estén faltas de razón.
Pero en primer lugar, un partido con 865.000 afiliados no es solamente de ellos ni de algunos, ya están amortizados y no venden; y en segundo lugar, señora y señores, los problemas conyugales se arreglan entre los dos interesados, no cacareando de puertas afuera. Eso es ser mucho más que infiel.
Esperemos que los problemas entre las dos partes se solucionen por el bien de todos, por el bien de España.
Y yo, desde mi humilde opinión, les digo a quienes corresponda que vuelvan a conquistar, y a ilusionar a esa parte de la pareja desalentada. Siempre hay tiempo.
Les recuerdo la práctica descrita en la canción de mi adorada Cecilia, Ramito de Violetas. La parte decepcionada, se volvió a enamorar.
Siempre se está a tiempo de superar un tiempo de infidelidad.
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