TIEMPO DE BLASFEMIAS, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 21 de fabrero de 2016
Si blasfemar es maldecir, vituperar, especialmente a algo o alguien que se considera sagrado o digno de respeto, esta semana es este el verbo que más se ha podido conjugar.
Las blasfemias cometidas han sido de diversa tipología, aunque el denominador común en todas ellas fue la falta de educación, formación, información, sentido y respeto.
Estrenábamos semana con los premios Ciudad de Barcelona. Una “intelectual”, como a algunas les gusta que las llamen, pretendiendo dejarnos a otras como mentecatas porque no compartimos su óptica de la vida y su proceder, se presenta en esos citados premios recitando una versión de lo más vejatoria, del sanctae orationis, de los más de 2.180.000.000 de cristianos que hay por el mundo.
Por si esto fuese poco, una individua insolente, zafia y soez, se presentaba en un juzgado esta semana, con un porte pío e lo más inverosímil en su persona, y con una dosis de amnesia absolutamente insultante. ¿Su objetivo?, eximirse de la culpa de haber abanderado una invasión de una capilla católica, a grito pelado, con consignas de lo más obsceno, licencioso e iracundo, para al final, irse de rositas.
¡Reinas!, quisiera veros yo haciendo eso en otro lugar sacro, por ejemplo en una mezquita. Y por cierto, hacéis esto con los cristianos, porque sabéis que debemos poner la otra mejilla; ahora bien, cuidado porque solo tenemos dos.
Pero el tema no acababa aquí.
Dejando la religión a un lado, pero para mí no menos sagrado, aparecen otros individuos con el ánimo de agredir a algo que para mí, y creo que para la mayoría de mis paisanos es digno de respeto. El ser pontevedrés.
Porque Pontevedra é boa vila e da de beber a quén pasa; porque la hospitalidad, la buena acogida, el caluroso cobijo y el gentil recibimiento, son los rasgos más característicos de todos los que vivimos en esta preciosa ciudad.
Pero en tiempo de blasfemias, algunos han querido aportar su granito de arena a la sinrazón; y así esta semana, algunos representantes municipales elegidos libremente no debieron tener nada mejor que hacer, en la ciudad campeona del paro y de la falta de inversión empresarial y de trabajo, que declarar persona non grata a uno de sus vecinos.
Vamos a ver.
Yo como pontevedresa puedo discrepar desde el punto de vista partidista y también político de cómo se hacen las cosas en este ayuntamiento, pero hay una cosa que practico por encima de todo, se llama respeto.
Estos representantes públicos han renegado, denostado, execrado, imprecado, insultado, maldecido y vituperado al presidente del gobierno en funciones, nuestro vecino Don Mariano Rajoy, y lo han hecho al presentar distintas mociones para declararlo persona non grata en esta nuestra ciudad, su ciudad.
A ver, almas de cántaro, dejar de hacer gestitos y cucamonas para llamar la atención, y poneros manos a la obra que en Pontevedra queda todo por hacer.
Y además quiero puntualizar, que cualquiera que tenga unas nociones básicas de Derecho Público, y por haber hecho mi doctorado en esa materia algo sé; el hecho de declarar persona non grata, solamente tiene efectos en el mundo de las relaciones internacionales, más concretamente en el ejercicio de la diplomacia, cuando un país aplica el artículo 23.1 de la Convención de Viena Sobre las Relaciones Consulares. Cito textual:“El Estado receptor podrá comunicar en todo momento al Estado que envía que un funcionario consular es persona non grata, o que cualquier otro miembro del personal ya no es aceptable. En ese caso, el Estado que envía retirará a esa persona, o pondrá término a sus funciones en la oficina consular, según proceda”.
Pues bien, esta fechoría que tiene su origen en dichas mociones de En Marea y PSOE, amparados por el equipo de gobierno de corte medieval ,carece de todo valor jurídico. Es un acto nulo, porque el ayuntamiento no tiene competencia; ya que ni el vecino Señor Rajoy es funcionario consular, ni Pontevedra es un estado. Aunque algunos pretendan erigirse en perpetuos señores feudales, los 356 o 366 días del año, sin quitarse el disfraz de la Feira Franca.
Señor alcalde y señores concejales, Pontevedra necesita soluciones, no pantomimas ni funciones de titiriteros.
A los que se han metido en este jardín, les pido humildemente que dejen de manifestar y prodigar odio; porque el odio es muy malo y no nos lleva a ningún buen puerto. Sencillamente les pido, que no encarnicen ese odio en una persona que sin haber sido perfecto, nadie lo somos, ha hecho mucho y bueno por nuestra ciudad.
No me gusta que ningún pontevedrés, y menos un representante del pueblo, declare a ningún otro persona non grata.
Señor alcalde de todos los pontevedreses, repito, ¡de todos!, como ciudadana de Pontevedra le pido que no de pábulo a las mofas, chanzas, cuchufletas, y bufonadas más propias de un bando de carnaval que de una moción presentada a un pleno municipal.
Y se lo reitero, apelando a su responsabilidad, a la que usted tiene en este problema de fondo, la ubicación de ENCE en la ría. Porque veinte años en la alcaldía con sus socios socialistas, coincidiendo con gobiernos del PSOE en España, y el bipartito en la Xunta de Galicia, el cual dicho sea de paso informó en 2008 favorablemente a la autorización ambiental de ENCE, tiempo tuvieron para buscar una solución al problema distinta del “non a todo”.
Dejemos a un lado los gestos, sobre todos estos tan feos; y a las agrupaciones que presentaron las mociones decirles; a unos que dejen de marear, y a los otros, los socialistas que no practiquen moralina.
No olvidemos nunca que Pontevedra é boa vila e da de beber a quen pasa. Aquí aceptamos encantados a todo el mundo.
Por el bien de todas y todos, desechemos tiempo de blasfemias.
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