ARDID, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 10 de abril de 2016
"Ardid"
es el título del cuarto y quinto
episodio de la séptima temporada de Star Trek: La nueva generación. Hago
esta primera aclaración, para no confundir a los muchos seguidores de la saga.
Pero esta crónica no tiene que ver con esto.
“Ardid”
también puede ser, por ejemplo, el artilugio con forma de Caballo que
utilizaron los griegos (según cuentan las crónicas de la guerra de Troya), como
una estrategia para introducirse en la ciudad fortificada. También podría ser
cualquiera de las apariencias que, según la mitología griega utilizaba Zeus
para seducir o raptar a bellas doncellas; o la misma engañosa apariencia que
utilizó rey Uther Pendragón para engañar a Igraine, duquesa de Cornualles,
emplazando a su marido ausente Gorlois y engendrar al magno Rey Arturo.
Pero
yo, para dar forma al tema central de este artículo de opinión, me voy a ceñir
al significado de “Ardid” que nos brinda la RAE, que lo define como “artificio,
medio empleado hábil y mañosamente para el logro de algún intento”. Veamos.
La
que suscribe y escribe, que es muy activa en las redes sociales, se está
empezando a cansar de los “ardides” utilizados por muchos en esos medios de comunicación social, o mejor
dicho, medios para comunicarnos los usuarios, porque las redes son redes y los medios son medios. Y lo digo porque en
las redes campan a sus anchas, sin ningún tipo de moral y escrúpulos, un número
indefinido de desalmados que, jugando con los sentimientos de la inmensa
mayoría de los usuarios, utilizan estos artificios con el único propósito de
hacer verdad viral, engaños o mentiras.
Titulares
de noticias que sobresaltan dándole apariencia de última hora, cuando la verdad, ocurrieron hace ya años. Fotografías
estremecedoras que sacadas de contexto, te quita el hipo en una primera
visualización. Y utilización de forma engañosa a la vez que premeditada, de
textos ad hoc que te provocan más de
un sobresalto; y fotografías perfectamente preparadas de catástrofes y
verdaderos dramas humanos.
Y
la verdad, es que nadie pone freno a esto, ni los que las denunciamos a través
de los mecanismos adecuados en las redes. La sobreinformación comienza a ser
más peligrosa que la falta de ella.
Yo
tengo quizá la mala praxis en estos
tiempos que corren, de informarme y contrastar los testimonios que recibo; y entre
las muchas conferencias, seminarios y cursos sobre medios de comunicación a las
que asisto, recuerdo de forma especial, una intervención de Doña Blanca García
Montenegro en la clausura de un master
a ejecutivas gallegas.
Allí
la Presidenta del Grupo de Comunicación El Progreso, exponía ya hace tiempo,
este peligro de la sobreinformación en las redes y de la información
instantánea hasta para acontecimientos que acaban de ocurrir, debiéndose
retractar en infinidad de casos, las personas que hacen esas manifestaciones.
Esa es la diferencia entre los profesionales de la comunicación, los
periodistas, y los charlatanes que juegan a ser ellos. Sobre este mismo tema
hacía una apología a la profesión periodística mi compañero de tertulia
radiofónica, el gran periodista y analista político lugués, Alfonso Riveiro,
siguiendo el ejemplo de tantos otros grandes periodistas como los que conforman
este Diario de Pontevedra, y yo, desde mi admiración hacia estos profesionales,
desde mi humilde posición lo suscribo.
Porque,
¡cuidado! , “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, y esta es
una máxima declarada y practicada nada más y nada menos que por Joseph
Goebbels, el desgraciadamente todopoderoso padre de la propaganda nazi.
Pues
esto es lo que está pasando hoy día, al minuto, y las redes sociales que son
tan buenas para tantas cosas, están siendo utilizadas por elementos que las
usan de forma intencionada a través de cualquier “ardid”.
No
seré yo la que postule poner puertas al campo de la comunicación,
sería retrógrado, absurdo, descabellado y harto peligroso. Pero algo tendremos
que hacer para que todos permanezcamos, en la medida de lo posible lo mejor
informado y de forma veraz.
Tergiversar
la INFORMACIÓN, entraña grave peligro y muchos problemas; y hoy día todos
estamos expuestos diariamente a ello, y a veces no es fácil ni para los más
formados discernir entre la veraz y la engañosa que nos presentan bajo algún
que otro tipo de “ardid”.
Como
individuo me preocupa muchísimo, pero como sociólogo las consecuencias de este
mal proceder … , ni se lo imaginan.
Uno
de mis filósofos de cabecera y al que cito muy a menudo, Jurgüen Habermas,
definía la sociedad como “la comunidad ideal de comunicación”, y su teoría muy
pero que muy resumida, la puedo concentrar en el siguiente enunciado: “si la teoría de la evolución social debiera
ser la base de una teoría de la sociedad y, precisamente, esa base es la teoría
de la comunicación, resulta claro comprender que en el centro de la teoría de
la evolución debiera encontrarse una teoría de la comunicación”.
Desde
aquí mi humilde advertencia sobre los múltiples engaños informativos a los que
nos someten individuos viciados e inmersos en sus propias mentiras.
Desde
aquí mi férrea defensa a esos miles, millones de profesionales de la
comunicación, a los periodistas que se lo trabajan y ¡de qué manera!, empezando
por todos y cada uno de los que conforman Diario de Pontevedra. Y no soy yo de
regalar oídos, ni pelotear, ¡para nada!. Los que me conocen lo saben de sobra y
los que no, ahora ya lo saben, y así lo dejo escrito.
Podía
haber escrito cualquier opinión este domingo, pero viendo los acontecimientos
que me rodean al minuto, quise dejar constancia escrita sobre este tema, y lo
hago porque trabajo y convivo rodeada de ellos, se merecen todo nuestro respeto
y admiración, sobre todo en esta época donde muchos que juegan a ser como ellos
a base de un “ardid”, deberían ser desenmascarados.
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