DE TRIBUS Y RUFIANES, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 15 de mayo de 2016
Matthew Arnold, referente del pensamiento y la poesía victorianas, además
del más notable crítico literario de la Inglaterra de su época, es decir, no
era cualquiera, dejó escrito “si alguna vez viera el mundo un tiempo en el
que las mujeres se unen pura y simplemente por el bien y beneficio de la
humanidad, será este un poder como el mundo nunca ha conocido”. Esta frase
preside la presentación del libro El Primer Sexo. Las capacidades innatas de
las mujeres y cómo están cambiando el mundo; una obra de todo un referente
en la antropología social, la estadounidense Helen Fisher.
Estimada Anna Gabriel, o como te denomina una gran amiga, camarada
Gabrielova, no soy de dar consejos, pero visto lo visto, oído y leído estos
días de tu cosecha, deberías de leer este libro. Aprenderás mucho y dejarás de
hacer daño a la memoria de los millones de mujeres que nos antecedieron en la
Historia y que luchaban por sus derechos inalienables y por crear un mundo
mejor para ellas y sus hijos.
Cuando te refieres a qué es mejor tener hijos en una tribu, en primer lugar
como mujer, y en segundo lugar como socióloga no sé muy bien a lo que te
refieres, aunque en los dos escenarios hipotéticos que barajo, según tus
declaraciones, lo que has soltado por esa boca es una absoluta barbaridad.
Como sabrás, sino te lo explico, la etimología de la palabra tribu tiene su
origen en el vocablo latino tribus, lo que viene siendo un grupo social cuyos
integrantes comparten un mismo origen, así como ciertas costumbres y tradiciones.
En el primer escenario que manejo, el concepto hace referencia a las
agrupaciones formadas por algunos pueblos antiguos o primitivos. Sí Anna, la
tribu como aquellos asentamientos neolíticos en donde la mujer tenía un papel
preeminente, pero estoy convencida que no es el mismo que yo defiendo, ni por
el que se han peleado y han dado su vida a lo largo de los siglos las mujeres
decididas, convencidas y valientes, no Anna.
En esas agrupaciones sociales las mujeres se quedaban en el poblado, cuidando
de la prole, cultivando la tierra, al cuidado de los animales y del hogar. Y
aunque bien es cierto que a raíz de esas ocupaciones que detentaban, mientras
sus maridos se lanzaban a la caza, se desarrolló el pensamiento en red,
cuestión nada baladí que nos diferencia del lineal de los varones, y vaya por
delante, aunque esta opción de quedarse en casa es tan respetable como
cualquier otra, yo que no tengo pinta de tan progre como tú, soy de las que
opinan que las mujeres podemos aportar mucho más, y así lo estamos haciendo, en
la línea del título del libro de Helen Fisher.
De la misma manera que digo todo
esto, mantengo que tú estás fuera de lugar en este mundo actual si pretendes
que las mujeres volvamos a la vida de las tribus del Neolítico.
En el segundo escenario que barajo, me lleva hacia una tribu urbana,
creo que más cerca de tu planteamiento que del anterior. Veo que has oído
campanas, pero no sabes de donde vienen, y la concepción de tribu que
creó Maffesoli, se basa en el grupo como seña de identidad para compartir
“complicidades” como la forma de vestir, hábitos comunes y lugares de reunión.
Si te refieres a tener hijos en este círculo, no sé yo, habría que preguntarles
entonces a ellos si querrían que fueses su madre.
De verdad que esto ya está pasando de castaño a oscuro.
Ahora vale todo para acaparar 5 minutos de gloria, y yo quizá soy la menos
indicada para hacer esta reflexión, ya que te estoy dedicando tiempo y espacio
en los medios, pero lo que no me da es la gana que esto quede así, como si fuese un exabrupto
falto de importancia.
Porque como ya éramos pocos, se une al “guateque” el diputado fuera de
sí que hace honor a su apellido, me refiero a Gabriel Rufián, demostrando
que además de su nombre y tu apellido Anna, tenéis otra cosa en común, la falta
de sentido y de responsabilidad. Si al final va a tener razón Arturo
Pérez-Reverte y la parte de Cataluña que os ha sentado a ambos en los
parlamentos, merece irse... a la porra, yo soy un poco más sutil que él.
Es una vergüenza que consintamos semejantes sandeces de representantes
públicos, pero esas tribus urbanas ya tienen su representación, cuestión por
otra parte que me parece más que necesaria para que podamos ver y oír las
desfachateces que están dispuestos a poner en funcionamiento.
Estimados señores Gabriel y Rufián, me temo que no vais a poder llevar a
cabo vuestros propósitos.
La institución social básica que es la familia, ha subsistido desde el
origen de los tiempos y así va a seguir.
El papel fundamental que desempeñan las familias para los individuos es
vital, pues es en el seno de las mismas donde se fomentan los valores
universales como: respeto, comunicación, solidaridad, libertad, igualdad y
tolerancia.
Porque las familias tienen la fortaleza para afrontar las dificultades que
enfrentan cada uno de sus miembros y es precisamente con la práctica de estos
valores que desarrollan hábitos para coexistir.
A través de la unidad comparten las vivencias diarias favorables o
adversas. En esto estriba la importancia de adquirir las herramientas necesarias
para que en la dinámica familiar y cada integrante asuma su función con
responsabilidad y contribuya con el bienestar personal y general.
Sin lugar a dudas, la familia es un núcleo social que trasciende, de ahí la
importancia de que se encuentre inmersa en la agenda internacional, ya que su
constante dinamismo ayuda a conocer la calidad de vida de las personas.
Los factores que contribuyen a la construcción de una sociedad responsable,
justa e igualitaria, son reforzados de acuerdo a la estabilidad y capacitación
con que los integrantes de la familia cuentan para esforzarse y realizar
una adecuada crianza de los hijos.
Todo ello nos debe invitar a la unión de esfuerzos, no sólo de los diversos
gobiernos, sino de organizaciones civiles, instituciones académicas y la
sociedad en general, para realizar acciones con perspectiva de familia, pues en
la medida que éstas se solidifican, vamos construyendo una sociedad sana y fuerte.
Porque en ese núcleo social a través del respeto, la admiración a sus
mayores, la unión y la comunicación entre sus miembros, y el amor sentido, son
los ingredientes básicos que deben componer la receta de una familia.
Ya no voy a echar más leña al fuego con vosotros dos, porque con el rencor
que exhaláis en cada una de vuestras intervenciones, bastante tenéis con la
vida que tenéis, y no me cabe la menor duda que vosotros, no habéis crecido en
una familia como la mía, y eso es digno de que me deis pena; aunque ello no es
óbice, para que el resto de los españoles os tengamos que estar aguantando cada
vez que os da por vomitar desatinos de este calibre.
Seamos serios, ¡con los niños no se juega!
Dejémonos pues, de experimentos tribales y declaraciones de rufianes.
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