A I, C. DE CORAJE, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 19 de noviembre de 2017
Este es quizá uno
de los artículos de opinión más complicados que he escrito hasta ahora, ya que
las vísceras se me revolvieron como nunca, provocando una concatenación de
sensaciones nauseabundas hacia los “presuntos” agresores sexuales que, aquella
madrugada del 7 de julio de 2016 en las fiestas de San Fermín, a la caza de una
presa con el único objetivo de hacer daño para divertirse (aunque para mí este
verbo tiene un significado bien distinto). Allí, estos seres incalificables
sellaban de la peor de las maneras posibles, en el cuerpo y en el alma de una
joven de 18 años llamada C., una marca imposible de borrar para el resto de su
vida.
A ti C, de coraje,
te dedico estas letras por ser valiente, por denunciar, por hacer valer tu
testimonio, tu dignidad; y lo hago para asegurarte que no estás sola, que te
creo, y que te apoyo.
Que somos muchos
millones de personas contigo, apoyándote a ti, C de Coraje, y que, aunque no
podemos estar en tu piel, esa piel que “presuntamente” (esto por ahora debo
incluirlo al referirme a tan desgraciado hecho), fue sobada, manoseada,
golpeada, mancillada, ultrajada y, ¡qué sé yo! cuantos otros adjetivos
calificativos de la peor calaña se pueden adjuntar a tan terrible suceso,
quiero que sepas que aquí nos tienes, aquí me tienes.
Desde que ocurrió
lo que nunca había de haber acontecido, he seguido la información que se
facilitaba a través de los medios de comunicación. Pero esta semana
especialmente, pretendiendo estar al día de todo lo que se publicaba coincidiendo
con el desarrollo del juicio, quise dar un paso más, documentarme y consultar
con compañeros periodistas que conocen de este caso mucho más que yo, y he de
confesar que minuto a minuto, cada vez que me llegaba una nueva información, me
desmoronaba como persona, como ciudadana de un estado de derecho, y como no
podía ser de otra manera, como mujer.
He tenido acceso a
vídeos, fotografías y conversaciones de WhatsApp de estos monstruos,
conversaciones previas al viaje a los sanfermines. En ellas estos sujetos se
definen por sí solos ideando violaciones, abasteciéndose de drogas que anulan
la voluntad de las personas, y programando todo tipo de barbaridades para su
único e incomprensible regocijo. No me lo he inventado, de fuentes de toda
confianza las he leído y visto, lo que ocurre es que me da vergüenza
transcribirlas.
Y como me imagino
que el juez instructor tendrá en su mano más información que cualquiera de
nosotros; le ruego encarecidamente, señoría, que valore en sus posibilidades
toda la documentación existente y que la tome en consideración. Por desgracia,
no lo tengo nada claro habiendo visto que, usted ha admitido un informe que
supone de nuevo, la violación de la intimidad de la vida diaria de esta joven.
Es cierto que, en
España, todos tenemos derecho a una defensa en base al estado libre,
democrático y sometido al imperio de la Ley en el que vivimos, y ahora me
dirijo a usted señor letrado de la defensa, porque teniendo conocimiento de la
información al completo de las fechorías de esos cinco desalmados, me parece de
lo más ruin, bochornoso, insensato e incalificable, basar su estrategia
culpando a la víctima. Evidentemente no soy juez, ni pretendo ejercer como tal.
Simplemente opino como ciudadana de a pie que no entiende cómo podían campar a
sus anchas por España entera, cuatro de los cinco engendros de “La Manada”
cuando estaban inmersos en la investigación de un procedimiento judicial por un
hecho tan deleznable como similar al de Pamplona, pero acontecido dos meses
antes en Pozoblanco. Por cierto, dicho juicio de abusos a otra joven, se aplaza
para 2018 porque la citada investigación está pendiente de los informes de
peritos forenses. Yo he visto las fotografías de los abusos. Les confieso que
mis entendederas no dan crédito a lo que está pasando. Lo siento, debo ser muy
corta.
Porque no hay
derecho a lo que está pasando, y esto es un compendio de desatinos conjugables
desde muchos verbos y terminaciones posibles, pero que solo tiene un
incomprensible denominador común en nuestra sociedad democrática del siglo XXI,
el machismo.
Para todas las
personas que necesiten una explicación, que por desgracia las sigue habiendo,
cuando una mujer dice NO, es NO, aunque a veces ese NO como en una agresión
brutal como la de Pamplona, esa negación consista en cerrar los ojos, no
resistirse ante el horror para no sufrir más daño, ni en el cuerpo ni en el
alma, y simplemente contar los segundos que se eternizan como siglos, para que
lo insufrible se acabe ya.
Nunca olvidemos
que un delito como el de violación se comete cuando se desoye ese NO, sea dicho
por una prostituta, por una mujer vestida como le venga en gana, por una
noctámbula, por una drogadicta, por una mendiga, por una alcohólica, por tu
compañera de trabajo, por tu amiga, por tu médico, por tu abogada, por tu
esposa, por tu pareja… No se violan circunstancias, se viola a una mujer.
La condición moral
de esa mujer agredida, sus costumbres y sus conductas, no son relevantes, lo
relevante es la persona sea cual sea su condición.
Conmigo siempre
podrán contar quienes lo necesitan, y en especial las víctimas de tortura y
depredación sexual.
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