¡EL MAR GRITA!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 9 de junio de 2019
Ayer
mismo se celebraba el Día Mundial de los Océanos, esa ingente masa de agua que cubre
alrededor de dos tercios de la superficie de la Tierra y constituye el
verdadero pilar de la vida. Pero parece ser que tanto a los gobiernos de los
países más grandes, y en especial a la mayoría de las personas que habitamos en
la Tierra, nos parece una lejana nimiedad el cuidar lo que precisamente
adjetiva a nuestro planeta, el color azul.
Los
mares generan la mayor parte del oxígeno que respiramos, absorben una gran
cantidad de las emisiones de carbono, ofrecen comida y nutrientes, regulan el
clima, y son económicamente importantes para los países en donde el sector
pesquero y sus industrias adyacentes son la base sobre la que pivota su PIB ;
además de los que tienen al turismo como acicate económico, sin dejar de lado
la importancia que merecen como la espina dorsal de buena parte, por no decir
la más importante, del comercio.
Intentemos
visualizar estos porcentajes para hacernos una idea del daño que nos estamos
haciendo a nosotros mismos al descuidar tal tesoro. En primer lugar, los
océanos cubren más de 70% de la superficie de la Tierra y desgraciadamente,
sólo el 1% de la superficie oceánica está protegida. En segundo lugar, porque
bajo el grandioso manto azul del mar se aloja entre el 50 y el 80% de la vida
en nuestro planeta, pero solo el 5% ha sido explorado por el ser humano; aunque
a este paso, difícil será el avanzar.
En
más de una ocasión he escrito sobre los días que la ONU declara como esenciales
en varios temas, pero quizá el dedicado en el 8 de junio es uno de los más
importantes, ya que nuestro medioambiente y en especial el agua, es lo que nos
da la catalogación única de planeta habitable para la especie humana como la
conocemos hasta el momento, la indicación para este año 2019 en ese el Día es
el de “Nuestros océanos, nuestro futuro” y está conectado con la celebración de
la Conferencia de los Océanos, que se celebra del 5 al 9 de junio en la sede de
las Naciones Unidas en Nueva York. Espero que de una vez por todas se den
cuenta de los que están haciendo y lo que están dejando de hacer, y estas
conferencias dejen de ser meros actos en los que los representantes de cada país
acuden única y exclusivamente a “hablar de su libro”, en vez de hacer una
verdadera reflexión y tomar acuerdos del calibre que se merece el salvar a
nuestros mares.
Debemos
de grabar a fuego en nuestra cotidianeidad que las principales amenazas que afrontan
los océanos están relacionadas con la actividad humana: sobreexplotación, pesca
ilegal, contaminación marina, destrucción de hábitats, introducción de especies
invasoras y acidificación de las aguas.
Uno
de los contaminantes más dañinos para los océanos es, sin duda, el plástico, un
material de uso muy extendido en todo el mundo. Nunca más que ahora existen
campañas para insistir en la dejadez del uso del plástico, cuestión que me
parece más que necesaria, pero le confiero una importancia mayor a la necesaria
obligatoriedad en la educación ambiental, ya que el plástico y demás
porquerías, no llegan porque sí a las playas, a los fondos oceánicos, a los
estómagos de los peces, aves y demás animales marinos, ni
a su estrangulamiento, asfixia y muerte. No, los culpables no son los plásticos
y demás elementos casi imposibles de destruir por las fuerzas de la naturaleza,
que también; la culpabilidad reside en la insensatez humana. que los que los ponemos ahí.
Seis
años después de la institucionalización del día internacional de los océanos,
los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales, entre otros,
proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una
nueva agenda de desarrollo sostenible. Cada objetivo tiene metas específicas
que deben alcanzarse en los próximos 15 años, es decir el horizonte temporal es
2030; que nos puede parecer lejano, pero está a “carreiriña de can” como dicen
nuestros mayores en Galicia, y por ello do debemos “dormirnos en los laureles”,
por seguir utilizando dichos populares.
De
los 17 objetivos propuestos, el 6ª hace referencia al saneamiento del agua; el
7ª a la energía no contaminante; el 11º a las ciudades y comunidades
responsables; el 12º a la producción y consumo responsables; el 13º a la acción
por el clima; el 14º a la vida submarina, que sobre el que hoy les estoy dando
mi humilde opinión.
Los
Objetivos de Desarrollo Sostenible generan un marco para ordenar y proteger de
manera sostenible los ecosistemas marinos y costeros de la contaminación
terrestre, así como para abordar los impactos de la acidificación de los
océanos.
Mejorar
la conservación y el uso sostenible de los recursos oceánicos a través del
derecho internacional también ayudará a mitigar algunos de los retos que
enfrentan los océanos; esos que absorben alrededor del 30% del dióxido de
carbono producido por los humanos, amortiguando los impactos del calentamiento
global, los mismos que dan sustento directo a más de 3.000 millones de personas;
sin dejar de mentar un dato que es necesario tener muy en cuenta, el valor de
mercado de los recursos e industrias marinas y costeras, el cual representa al
año alrededor del 5% del PIB mundial.
Es
de urgente necesidad el ponernos manos a la obra, el crear un movimiento
mundial ciudadano y personal para salvar los mares, pero ello debe comenzar en
nuestro proceder diario, porque en caso contrario, nos estamos suicidando…
Por
ejemplo, en Pontevedra tenemos ya un cometido cercano y urgente, el saneamiento
de la ría; porque nuestro AZUL más cercano clama desde el fondo marino una
solución cuanto antes al problema, porque si lo está haciendo alrededor del
planeta, también aquí cerca de nosotros el mar grita.
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