ARMAGUEDÓN, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 2 de octubre de 2016

Yo que soy una gran aficionada a la literatura y al cine de ciencia ficción, aunque a veces la cruda realidad supera a la entelequia, esta semana me vino a la mente la película Armagedón.

Corría el año 1998 y la trama del guión de este film lo conformaba un asteroide de gran tamaño con una trayectoria amenazante hacia el planeta Tierra. Por las consecuencias devastadoras previstas decidieron llamarle Armagedón, haciendo referencia así a esa posible última gran batalla, que según las interpretaciones de creencias judeo-cristianas e islamistas, es citada entre otros textos, en el libro del Apocalipsis.


No quiero ponerme trágica, pero lo que está ocurriendo en España estos días, en especial en el día de ayer, sin llegar a ser apocalíptico es tremendo, y además, sin precedentes en nuestra Historia.

Salvando las distancias etimológicas e históricas, el impacto social en nuestro país que nos puede traer la crisis del Partido Socialista no es cuestión baladí, y si no se busca una solución rápida, consensuada y con sentido común, las consecuencias para todos pueden ser catastróficas.


En primer lugar, porque un partido de la trayectoria histórica del PSOE, con sus aciertos y errores, no merece lo que le está pasando; y cuando me refiero y hablo de partido, lo hago pensando en los que sustentan la institución, sus afiliados y sus votantes, a fin de cuentas gente sencilla que ve mancillada la ilusión de pertenecer de una manera u otra a la familia socialista, cuya estabilidad está en peligro a todos los efectos, por un ego sin parangón del ya ex Secretario General, Pedro Sánchez.

En segundo lugar y más importante a mi juicio ya que ahí entramos todos los españoles, porque esta situación deja en tablas el importante y trascendente papel que debe jugar el PSOE como oposición moderada desde la izquierda en el Congreso de los Diputados, al tiempo de propiciar el gobierno de España. Y no lo digo yo por que sí, es lo que han dicho las urnas.

Las consecuencias de este Armagedón pueden ser extremadamente duras.



Por un lado en el PSOE, ya que la situación vivida y la decisión tomada, tardará mucho en cerrar la herida que comenzaba con la hemorragia de ceses en su Comisión Ejecutiva, y finalizaba ayer con la dimisión de Sánchez. La sangría puede contenerse con un torniquete de forma temporal, pero para la recuperación total se va a necesitar de una perfecta cirugía. Y eso no va a ser nada fácil.

Por otro lado para el conjunto del país, porque tras un sinfín de impactos desordenados de los fragmentos que desprendió el gran asteroide Pedro Sánchez, España está tocada. No le debieron parecer suficientes unas primeras elecciones generales el 20 de diciembre del pasado año, y dos sesiones de investidura fallidas; unas nuevas elecciones en junio de este año, y otra sesión de investidura fallida; un gobierno que sigue en funciones; unas desavenencias y rotura de pactos en diversas comunidades autónomas que derivan en crisis de gobierno, y son protagonizadas por los que él propuso como futuros socios de gobierno en España, demencial; y aprovechando la coyuntura, los independentistas catalanes haciendo de las suyas. Incomprensible.



Por si esto fuera poco, desde Europa nos piden celeridad en la creación de un gobierno estable para cumplir los preceptos legales, económicos, jurídicos y políticos a los que estamos obligados como miembros de la Unión. 

Las inversiones industriales y empresariales en stand by, expectantes de una estabilidad que permita crear empleo, riqueza y como consecuencia, el mantenimiento de los servicios públicos universales y el bienestar y la tranquilidad de nuestros pensionistas.
Esto no puede continuar así, y abogo por que ha dicho la abanderada de los que protagonizaron las cargas de profundidad al Armagedón Sánchez en el Comisión Ejecutiva Federal, Susana Díaz, y que refrendan importantes prebostes socialistas con experiencia de gobierno y que no son cualquiera. Todos emiten en la misma longitud de onda, lo primero es España.

Esta es mi humilde opinión, porque el suma y sigue del empecinamiento hasta ayer mismo de Pedro Sánchez de aferrarse en la jefatura del PSOE, no me deja muy clara la situación de su partido ni la del conjunto de los españoles a corto plazo. 

Lo que si tengo claro es lo grave de la situación que tiene un principio y un final, la ambición fuera de control del ex Secretario General socialista en haber sido presidente del gobierno a toda costa, y ello nos aboca al país a una situación complicadísima.

En la reunión de ayer en la sede de Ferraz, y ya no especifico si de la Comisión Ejecutiva o del propio Comité Federal ya que no lo he tenido claro en ningún momento, lo único cierto es que el impacto del Armagedón Sánchez ha provocado la escisión de un partido fundamental en la democracia española. Este hombre nos deja un problema a mayores en la difícil situación política actual de España, y el esperpento al que asistimos ayer los demócratas, es incalificable.



Llegado este momento, ¿en qué situación queda el partido socialista?, ¿cómo va a afrontar en esta tremenda circunstancia su papel ante la necesaria próxima sesión de investidura?, ¿quién será la persona a la que deberá convocar Su Majestad el Rey a una nueva ronda de consultas?, ¿con quién debe negociar ahora Rajoy ante una posible nueva sesión de investidura?.

El daño ya está hecho, y no voy a hacer leña del árbol caído, bastante tiene encima el señor Sánchez.

A mí lo que me importa es España en su conjunto, y los españoles nos hubiéramos ahorrado muchos problemas si él hubiese tomado la decisión de irse hace ya tiempo. Hubiese sido adecuada el pasado lunes por la mañana tras reunir a la Comisión Ejecutiva Federal para analizar los datos de las elecciones en Galicia y en el País Vasco.



Yo no me alegro, porque nunca me deleito con las desgracias ajenas, pero se abre una nueva etapa para España, aprovechémosla.
Espero que desde el PSOE sepan gestionar este nuevo escenario con seriedad, responsabilidad, sentido común y pensando en la estabilidad de todos.



El Armagedón, al igual que en la película del mismo nombre, ha sido destruido.



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