¡SENTIDIÑO, POR FAVOR!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 13 de agosto de 2017


Me gustaría iniciar este artículo de opinión semanal con un par de datos muy significativos.


En los seis primeros meses del año la cifra de viajeros ya ha superado en España los 36,3 millones, lo que mantiene el ritmo de crecimiento en el doble dígito con un incremento del 11,6% sobre el mismo periodo del año anterior. Así lo confirma la última Encuesta de Movimientos Turísticos en Frontera (Frontur), publicada ayer por el INE.

En consecuencia es fácil deducir que los resultados turísticos prolongan de esta forma su tendencia al alza justo antes de julio y agosto, los dos meses con más demanda vacacional. De hecho, la patronal hotelera ya anticipó hace un mes, en distintos medios, que en 2017 podría verse un resultado de verano récord que ayudaría a superar la marca de los 75,6 millones de visitantes foráneos, registrados en 2016.


Las perspectivas así parecen indicarlo, y de momento el número de turistas extranjeros ha mejorado cada mes en 2017 respecto al dato obtenido el año anterior. Solo en junio, con 8,4 millones de viajeros, la cifra aumentó un 11,64% y logró 0,8 millones de visitas más que el año anterior.


La comunidad que lidera el ascenso del turismo internacional en los seis primeros meses del año es Cataluña, que tras recibir 7,6 millones de turistas extranjeros en 2016 supera la barrera de los 8 millones este año y se sitúa en 8,6. Curiosamente vemos que eso, con perdón, cabrea a algunos (cosa que personalmente no me explico).
En Galicia, las cifras hablan por sí solas, y el sector turístico en la comunidad autónoma  supone ya el 11% de Producto Interior Bruto de nuestra comunidad, constituyendo el 12% del empleo creado, lo que lo convierte sin duda en uno de los motores de nuestra economía, siendo la palanca en la costosa recuperación que parece asomar la cabeza día a día tras los duros años de la crisis. Sirva de ejemplo el dato del primer semestre del año, en el que Galicia alcanzó la mayor cifra de turistas de su historia: casi 2 millones de visitantes.


Pero en esta España poblada por algún que otro insensato, en vez de aplaudir y “chocar los cinco” con esa mano que es una de las que nos da de comer, algunos van y se dedican a morderla… Incomprensible.


Como española, no me resulta fácil expresar la indignación que siento al ver cómo algunos tarambanas malcriados disfrazan sus ínfulas de protagonismo politiquero, fácil y rápido, bajo unas pancartas y actuaciones más constitutivas de delito que de gamberrismo pandillero, con el único objetivo de hacer daño en aquello que ven que funciona, y además bien,  como es el turismo. En especial me refiero a lo acontecido en ciudades con la proyección internacional de Barcelona y Palma de Mallorca.

Todo esto no hace sino fortalecer mi teoría basada en que estos presuntos salvadores de la patria, son unos pobres niños ricos aborregados. Para muestra un botón; la “chabola” con piscina de casi medio millón de euros en donde mora la jefa y portavoz de Arrán, la señorita Mar Ampurdanès, que acaudilla de una manera incalificable a todos estos cachorros de la CUP.


Tampoco quiero dejar pasar las situaciones de emergencia social surgidas por las huelgas del aeropuerto del Prat, así como otras que se anuncian en otros muchos; porque sin olvidar que esos trabajadores de seguridad ejercen un derecho constitucionalmente avalado, en estas fechas y con estas consecuencias, su comportamiento está torpedeando el posible viaje a nuestro país de miles de personas que pudieran tener la intención de visitarnos.


No soy yo muy bien pensada, y me da que al ir bien la marcha de la economía de España,  y no teniendo mucho que reprochar a este gobierno, algunos se la están ingeniando para intentar poner patas arriba el asunto turístico, y por tanto, el económico.


¡Pues ya está bien!, y a ver si nos viene un poco de sentidiño, porque el daño que están haciendo no afecta únicamente al presente, sino que sienta un peligroso precedente para que este destino vacacional y de ocio extraordinario que es España, y que además está de moda, sufra las consecuencias económicas que puede traer consigo a corto y medio plazo esta nueva “corriente” tan peligrosa.


Y hablando de todo esto, también le pido al alcalde de Pontevedra que ponga freno a esa fiesta de las “peñas no sé de qué”, en la que desde primeras horas de la tarde, chavales en su mayoría menores de edad, campan a sus anchas en las plazas y lugares emblemáticos del casco histórico de Pontevedra, llenándolos de basura, pises y aguas mayores, por no hablar de los borracheras infantiles y algún que otro coma etílico que acompañan tan esperpéntico panorama.
Todas estas fechorías que se vienen permitiendo desde hace años los fines de semana de las fiestas grandes de Pontevedra, las Fiestas de la Peregrina, no contribuyen para nada a mejorar la salud de los más jóvenes,  y tampoco la del turismo de calidad,  que tanta falta hace.


Señores gobernantes municipales, es un despropósito consentir estos hechos, así como lo es el no tener tan siquiera un cartel anunciante oficial de estas nuestras fiestas. Aprovecho para agradecer al pontevedrés Rafa Prieto y a la iniciativa del Grupo Municipal del Partido Popular de Pontevedra el darnos la oportunidad de tener uno, por cierto tan criticado por los de siempre.


Hagamos un reflexión profunda, y no destruyamos un sector turístico en alza que tanto nos costó construir entre todos.

¡”Sentidiño”, por favor!


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