"EL TOCINO EN CARNAVAL, PARA COCINAR", artículo publicado en Diario de Pontevedra el 18 de febrero de 2018
Hoy finaliza el
Carnaval con el denominado Domingo de Piñata, el cual recibe su nombre del
vocablo “pignatta”, en castellano “olla frágil”, habitual en las cocinas
italianas en este primer domingo de Cuaresma, que es cuando decimos adiós a las
tradicionales filloas, las orejas y las flores que completaron el famoso lacón
con grelos del martes de carnaval, y los pantagruélicos cocidos que presidieron
nuestras mesas en las semanas anteriores a esta fiesta de gran arraigo en
nuestra tierra, y en donde el tocino es uno de los ingredientes que impera en
tan codiciados menús.
Pero el tocino no solo
está presente en los platos de Carnaval. En nuestro rico habla popular,
utilizamos a diario frases hechas para reprender confusiones ajenas cuando se
mezclan referencias que, ni casan ni pueden pertenecer a un mismo contexto; y
es ahí donde también está presente este ingrediente culinario, con expresiones
tales como “confundir el tocino con la velocidad”. Pero volviendo al tema que
nos trae, en Carnaval, sin lugar a duda, el tocino es mejor para cocinar.
Bien es cierto que, en esta
fiesta pagana, quizá descendiente de las lupercales romanas, impera la sátira;
y que es en esta la época donde se reivindica de forma especial, el valor de
ser capaz de reírse de uno mismo. Pero al mismo tiempo, debemos de ser
conscientes de la existencia de algunas cuestiones sociales y colectivas, cuyo
tratamiento no debería cruzar esa delgada línea roja del respeto. Ahí es cuando
se confunde el tratamiento de muchos temas, tal y como refleja la máxima de
“confundir el tocino con la velocidad”.
De nuevo soy consciente
que mi opinión levantará ampollas entre los mal denominados “progres”, pero
sinceramente, me importa un comino.
Lo que sí me importa y
me preocupa mucho, es el “disfraz” tras el que algunos de estos fantoches
insolentes, maleducados e irrespetuosos, esconden, tildándolo de práctica satírica.
La sátira carnavalesca
es otra cosa señores, pero bien es cierto que no está al alcance de las mentes mediocres,
las cuales tienen una única posibilidad de acumular minutos de presencia en
medios de comunicación, (como los que yo misma les estoy regalando), inventando
y representando espectáculos dantescos; como, por ejemplo, el pregón de este Carnaval
2018 en la ciudad de Santiago de Compostela.
Yo que he sido desde
siempre una abanderada de los derechos de las personas les confieso que no
entiendo nada de lo que está pasando; porque la libertad de uno termina donde
comienza la del otro, es así de fácil; por lo que me parece peor que mal, el aprovechar
estas divertidas fiestas para escenificar bodrios tales, que lo único que hacen
es faltar el respeto del prójimo.
He intentado por todos
los medios hacerme con el contenido de la blasfema proclama, incluso a través
del consistorio “picheleiro”. Ha sido imposible, me dicen que no hay copia …
Espero se la exijan por los cauces oportunos, ya que la bazofia ha sido sufragada
a cargo del erario, y con la nada desdeñable cantidad de 2.500€.
Al no tener éxito por
ese cauce, me puse manos a la obra a través de mis contactos en las Redes Sociales
y grupos de whatsapp, y al final encontré a alguien que presenció el adefesio escupido
por el “dramaturgo y escritor” Carlos Santiago. Así se presenta el ínclito en su
página profesional… Vaya osadía.
Por respeto a ustedes no
voy a transcribir las barbaridades e improperios que este sujeto le dedicó a la
Virgen María, a la misma bajo la advocación de El Pilar, además de lo dicho
sobre el Apóstol Santiago, disfraz que portaba el innombrable. Sinceramente les
digo que han sido de vergüenza, y de juzgado de guardia.
Desatada la polémica,
no tardó en su defensa el alcalde de Santiago, apelando a la libertad de
expresión. Señor Noriega, no se confunda usted, eso es otra cosa, y le remito,
para empezar a las sentencias del Tribunal Constitucional; y para continuar, a
campañas en contra de la violencia machista en las cuales, para sensibilizar a
la población de tales crímenes contra la mujer, algunos de sus ex compañeros utilizaron
como eslogan de choque la palabra por excelencia escupida por los maltratadores
a sus víctimas “puta”; la misma que el “pregonero” que usted contrató, dedicó a otra mujer tan importante
para millones de personas en el mundo como lo es, la Virgen María, y
ensañándose con Ella a través de la descripción de prácticas sexuales, ¿quizá
por el mero hecho de ser mujer?. A mi no me engañáis, ni me confundís.
Como católica, y
especialmente como mujer, se me ocurren un extenso elenco de improperios que
dedicar al “sheriff” santiagués, al sancocho del pregonero, y ya que estamos en
Carnaval, a todas sus comparsas.
Pero no se lo voy a
decir, prefiero dar rienda suelta a vuestra imaginación; y no por miedo al
linchamiento público al que sería sometida por esas hordas que moran en las
cloacas de las Redes Sociales que tanto aplauden escenificaciones tan
desafortunadas como este “pregón”; ¡no!, es que muchos, al igual que yo misma,
somos conscientes, conocedores de la base sobre la que debe pivotar la práctica
de la libertad de expresión, es el respeto; palabra que llevo observado, no
existe en vuestro diccionario.
No es este el primer
caso de agravio habrá más, pero para que sean de los últimos, tendrán que sentarse
quienes les corresponda, y en consenso y de acuerdo con las leyes que protegen
los derechos y las libertades fundamentales, trazar la frontera del raciocinio
que nunca se deberá de cruzar en manifestaciones tales.
El Carnaval debe seguir
siendo una fiesta, y aun con sus peculiaridades de espectáculo, no debe interferir
en la esfera de la libertad y del derecho de otros; no nos confundamos, y como
ya decía al inicio de este artículo, “el tocino en Carnaval, para cocinar”.
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