¡HASTA LA PEINETA!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 4 de marzo de 2018
Sin ser tan soez como otras
personas, manifiesto mi indignación ante la injusta desigualdad laboral entre
hombres y mujeres, que por desgracia aún existe.
Poner límite al
hartazgo, al cabreo, al enfado, o a cualquier tipo de desacuerdo ante esta
desigualdad de género me parece preocupante; pero si hay que hacerlo se hace.
Si para algunas
personas el límite se sitúa en los genitales femeninos, por lo pronto a mi este
nivel, haciendo la aclaración que me refiero al objeto de ornamento que utilizo
cuando la solemnidad del acto al que acudo lo requiere, lo sitúo en un ¡hasta
la peineta!
Por lo tanto, mi furia
ante la discriminación laboral de género en pleno siglo XXI la considero más
elegante y educada que otras, y desde luego, de tamaño doble, por lo menos, a
la que supone defienden las personas que secundan esta campaña; la cual, como
mujer, considero de lo más desacertada.
No tengo ni la más
remota idea cómo una agrupación política como el BNG dirigida por una mujer a
la que, sin compartir sus idease tengo una alta consideración política, hubiese
sucumbido al uso conceptual con el que los machistas refieren de forma
despectiva a una parte del cuerpo femenino, y a su vez, aceptase que fuera el
eslogan de esta.
Y por lo que he viso no
solo es cosa mía, ahí están muchas declaraciones, y de personas de distinto
tinte ideológico, incluso de la propia agrupación nacionalista, como el
testimonio que esta semana dejaba claro una histórica del BNG, Pilar García
Negro.
Me imagino que habrá
sido un lapsus, aún están a tiempo de rectificar; caso contrario la necedad
impera, y ya no solo por el uso de ese término tantas veces utilizado como
insulto, sino porque existe un colectivo de personas que, sin haber nacido
mujeres se sienten como tales, y al no poseer ese órgano femenino, puedan
haberse sentido excluidas en la defensa de sus derechos.
Eso fue de las primeras cosas en las que pensé la primera vez que vi el cartel.
Porque imagínense
ustedes, que, si difícil lo tenemos unas personas, otras lo tienen
prácticamente imposible, y dejarles de lado, eso sí que ya no tiene
calificativo.
Hay que seguir luchando,
y aunque este combate se visibilice un día al año, como lo es el 8 de marzo,
esta debe ser batalla de todos, y en todos y cada uno de los 365 o 366 días del
año.
Por eso, aunque la
respete, no pienso ir a una huelga que lo que hará, entre otras muchas coas, es
que las mujeres tengan a propósito, su próxima nómina mermada. Y eso,
precisamente es lo que yo no quiero.
Por otro lado, las
manifestaciones me parecen flor de un día, aunque sean necesarias; y en
especial en este país que somos mucho de protestar en la calle, en el bar, en los
corrillos “ad hoc” … Pero poco practicantes de hacer esa denuncia donde
corresponde.
En España, además de
protestar, tenemos la posibilidad de materializar nuestra denuncia a través de instrumentos
públicos diseñados específicamente para evidenciar este problema en concreto. Para
ello nos ampara la Constitución y el Derecho, además de, por ejemplo, diversas
herramientas elaboradas por el Instituto de la Mujer y para la Igualdad de
Oportunidades.
Otra posibilidad legal
es la delación ante la Inspección de Trabajo, que podemos hacer cualquiera que
detectemos un caso de desigualdad, o incluso constitutivo de delito. Ese es un
adecuado primer paso.
Es cierto que queda
mucho por hacer, y por ello debemos caminar la sociedad al completo,
acompañados por instituciones públicas y privadas, los sindicatos, las
asociaciones profesionales, las empresariales, y utilizar como uno de los
medios más adecuados, el ámbito del diálogo social, ya que es donde participan
la mayoría de sus representantes.
Ese es el camino, en el
que no cabe más límite que el respeto al derecho al trabajo, digna e
igualitariamente retribuido que poseen las personas.
No caben retrocesos
jocosos, ni insultos, ni usos de terminología machista a la hora de defender
derechos laborales del colectivo femenino, tal y como aparecen en la campaña de
los nacionalistas gallegos para este próximo 8 de marzo.
Pero en caso de tener
que medir el nivel de desacuerdo sobre la situación laboral de muchas mujeres,
prefiero utilizar la expresión, ¡hasta la peineta!
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