¡LO SIENTO, ODÍN!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 14 de octubre de 2018


Este pasado viernes de nuevo un 12 de octubre más, un nuevo Día de la Fiesta Nacional, como así conjuga su único artículo la Ley 18/1987, de 7 de octubre, en cuya exposición de motivos añade que la elección de este día corresponde a “ la efeméride histórica en la que España, a punto de concluir un proceso de construcción del Estado a partir de nuestra pluralidad cultural y política, y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, iniciando un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos ”; y yo añado, que en cuya celebración no puede faltar el tradicional desfile que desde sus inicios lo espero siempre con gran expectación y devoción.
 
 

Intento buscar la anécdota o la imagen del día, la que casi siempre protagoniza el Tercio correspondiente de nuestra internacionalmente respetada, galardonada y querida Legión Española, que enfundada en su “sarga” verde y con su “chapiri” con bordón al son de sus 180 pasos por minuto, se acompaña su inseparable óvido como el de este año, Odín, un carnero de dos años, y “el más bueno y obediente de los cuatro que tuvieron”, comentaba ayer su cuidador del Tercio “Don Juan de Austria” 3º de la Legión. Y les cuento el porqué de esta estampa que se repite año a año, ya es fruto de una tradición histórica que data de las épocas en que los ejércitos llevaban consigo animales para nutrirse de carne y leche, encariñándose con alguno al que “indultaban”; aunque la Legión Española ha tenido también como compañeros de fatigas a monos, loros, jabalíes, gacelas y hasta un oso.
 
 

No se me escaparon las curiosidades que acompañaron al Tabor (batallón) de Regulares acompañados en su lento paso de desfile de 90 pasos por minuto por su banda de música o “nuba”, y ataviados con su “tarbush” o gorro rojo, con su capa blanca o “alquicel”, y la “sulhan”, que según sea del destacamento de Ceuta  será de color azul o el de Melilla, de color rojo; y esa especie de zurrón de exquisita marroquinería que recibe el nombre de “skara”.

Tampoco de la vistosidad definitoria de la gorra mostaza de la UME, los uniformes blancos del Batallón de Esquiadores y Escaladores de Jaca con su gorra verde y su pañuelo rojo al cuello (distintivos de la unidad), las boinas negras en los paracaidistas, y los de gala de la Guardia Civil a caballo de razas como la hispano –bretona y la pura raza española.

He de confesar que no fue fácil permanecer atenta a tanta especificidad de cada una de las unidades dl desfile, aunque comentando en directo desde la TVG, intentaba que no se me pasase una, y aunque las motos no son santo de mi devoción, las Harley Davison de la Guardia Real, impresionan; así como los perros de búsqueda y rescate de la Policía Nacional impasibles en el capó de los coches, en su primera participación en este desfile, como lo fue también la del representante de la  Fuerza Anfibia Hispano Italiana, en su 20 aniversario, la de Salvamento Marítimo en su 25 cumpleaños y la de Protección Civil por la labor que desarrolla.
 

Y mención específica merecen los representantes de las asociaciones de Militares y Guardias Civiles con Discapacidad, de Veteranos y de Reservistas Voluntarios, que hace bien poco fueron invitadas a participar.

Alusión especial merece el reconocimiento a nuestra bandera roja y gualda que ayer mismo, 13 de octubre, celebraba su 175 aniversario, y con tal motivo, se incluyó en el desfile una representación con cada uno de los ejemplos que fueron enarbolados a través de nuestra historia, con mención especial a la del Tercio Viejo de Sicilia que este próximo 23 de octubre celebra su 483 cumpleaños; siendo así la agrupación militar más longeva de las que participaron.

Pero este año se ha echado de menos el desfile aéreo, por motivo de las inclemencias meteorológicas, aunque sí pudimos disfrutar de la patrulla Águila al finalizar el acto a todos los que dieron su vida por España a lo largo de la historia y sin distinción, tras escuchar “La Muerte no es el Final”, compuesta por el sacerdote español Cesáreo Gabaráin tras fallecer el joven organista en su parroquia, y adoptado para este solemne y emocionante acto, desde 1981, cuando el teniente general José María Sáenz de Tejada la escuchó en el transcurso de un funeral e imaginó en qué medida realzaría el traslado de la tradicional corona de laurel hasta la cruz en los ceremoniales militares de homenaje a los Caídos.

Y como no quiero caer en la frivolidad de las anécdotas, aprovecho para dar las gracias a todos los hombres y mujeres (que este año se conmemora el 30 aniversario del acceso a las Fuerzas armadas y a la Guardia Civil) que conformáis el Ejército de Tierra, la Armada, el Ejército del Aire, la Guardia Civil y la Policía Nacional por cuidar de nosotros y de muchos más allá de nuestras fronteras, y hacerlo con total lealtad, eficacia, dedicación y con una vocación de servicio a los demás inquebrantable, admirable y muy querida. Sin olvidar a Salvamento Marítimo y a los voluntarios de Protección Civil.

Pero no sería el desfile del Día de la Fiesta Nacional el que dio la imagen del día, ya que anécdota se produjo en la posterior recepción que sus Majestades los Reyes ofrecieron en el Palacio de Oriente, y en dónde el presidente del Gobierno escenificó una desafortunada colocación rompiendo el ceremonial del “besamanos”; cuestión que no entiendo en absoluto, algún día alguien nos lo contará.
 
 

¿Fallo de protocolo?, eso es lo que dicen, pero no es la primera vez que Pedro Sánchez asiste a este evento teniendo como referencia a otros presidentes anteriores; y caso de duda instantánea, preguntar a quién tenía tras de sí, a la única persona que supo reaccionar como nadie ante tal situación, a la presidenta del Congreso de los Diputados Ana Pastor, que aun en ese escenario de “descoloque”, permaneció en su protocolario lugar, sabiendo estar, como tercera autoridad del Estado.

En fin, me hubiera gustado escribir otra cosa, pero este año le han quitado el protagonismo del día al que siempre lo tiene, al más fiel compañero de fatigas de La Legión Española, a su idolillo. ¡Lo siento Odín!
 
 

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