¿CON LA IGLESIA HEMOS TOPADO?, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 25 de agosto de 2019


Ya en la recta final del mes de agosto, y en un tiempo en el que hace años teníamos “el invierno encima” parece que con esto del cambio climático comienza el verano; y quizá esto es lo que está confundiendo al grupo mayoritario de gobierno en nuestra ciudad.




Es posible que aun continúen inmersos y con pocas ganas de abandonar  la época festiva (y puede tener algo de razón ya que nos queda “A Feira Franca”); pero por la responsabilidad adquirida para dirigir un ayuntamiento como el nuestro en el que existen muchos debates de gran calado por abrir, y no menos problemas de la misma índole, deberían aplicarse hacia lo que deben hacer, y no enrocarse en el nimio debate de una cuestión muy personal de quien hizo lo que consideró adecuado a la hora de participar en los actos religiosos que, a fin de cuentas son básicos en el desarrollo de nuestra fiestas capitalinas, no las de verano, sino las de la celebración de la patrona provincial ( y cada vez más adoptada como tal en nuestra ciudad), la Virgen Peregrina.


Esta semana inauguraba las noticias políticas municipales la comparecencia sobre el resultado de estas fiestas por parte de la concejala de área, la nacionalista Carmen da Silva, y lo hacía con una dura crítica a la "Presidencia de la Diputación” por haber protagonizado la ofrenda institucional a su patrona; y lo hizo a través de una declaración en donde exponía que el BNG abandera la separación entre Iglesia y Estado, así como el laicismo, y que quizá sus socios de gobierno provincial no lo tengan tan claro.


Pero el tema no quedó ahí, y acto seguido se convirtió en un “suma y sigue” con el ataque al grupo municipal popular acusándoles de volver al “nacional catolicismo”, por su participación activa en los actos religiosos y en especial en las procesiones. Y por cierto, ¿dónde está la libertad de expresión?, o es que a ella solamente pueden apelar “algunos”.


A mí a veces me da la sensación de no avanzar en este tema, haciéndome sentir como a Bill Murray, “atrapada en el tiempo” en el “Día de la Marmota”; por lo que apelo como ciudadano también a nuestro existir en pleno siglo XXI, al respeto institucional, (para empezar), que debería ser una máxima en nuestro proceder diario. No digamos ya en aquellos que nos representan a todos.

Precisamente porque yo soy muy considerada con la multiplicidad de credos y sus practicantes, me molesta ¡y mucho!, cuando algunos pretenden anteponer sus ideas por encima de las leyes. Porque España no es un estado laico, es un estado aconfesional en el cual casi un 70% de sus habitantes se declaran católicos, además de representar una nada desdeñable mayoría a la que hay que respetar, ahí están de la mano la cultura, la tradición, y por encima de todo y al menos por la cortesía institucional, ya que nuestra ciudad se volcó con una inmensa participación ciudadana (tal y como pudimos ver) en los actos religiosos de las Fiestas de la Peregrina.

Independientemente del partido o fuerza política en el que uno milite, simpatice o simplemente vote, las creencias religiosas son suyas, personales e inalienables; y cada uno puede hacer lo que le parezca, así como esa actitud debe ser respetada.

Conozco a muchos socialistas que son católicos practicantes, a muchos populares que no lo son, y a no pocos nacionalistas que bautizan y hacen la primera Comunión a sus hijos. Precisamente ahí está esa libertad religiosa de cada una de las personas que habitamos este país, y amparados por nuestra Ley de Leyes, la Constitución Española de 1978, de forma específica en el artículo 16.3.

Para no caer en equivocaciones, incidir en el significado del término aconfesional que expresa, “que no pertenece a ninguna religión”; en la misma línea, el término laico indica “la independencia de cualquier confesión religiosa”. Es decir, la aconfesionalidad, como su propio nombre indica, implica que el Estado no asume como propia ninguna confesión religiosa, lo cual no quiere decir que sea hostil a la religión; en cambio el laicismo, entraña una actitud del Estado que pretende prescindir de las religiones: considera que, en el ámbito de lo público, la religión debe quedar excluida.

Por todo lo expuesto debe imperar el respeto ante todo, en especial el de los representantes públicos que se deben al pueblo que les ha votado, porque en cada partido o agrupación política ¡hay de todo!, y nuestra ciudad, (así lo demuestra año tras año), quiere seguir con estas tradiciones.


Y a todos aquellos que tienen responsabilidades de gobierno en nuestra ciudad aunque no practiquen ningún credo, de nuevo les invito a que “se pongan las gafas de visión de reporte económico” para Pontevedra, ya que los hosteleros, los propietarios de locales de restauración, los de bares de ocio, hoteles y comercios, se lo agradecerán.


Ahora bien, para que esta ciudad (la ejemplar y de tantos premios) brille con luz propia y ya no sólo en la época festiva, la limpieza de nuestra “Boa Vila” debería ser una cuestión primordial en la agenda diaria de la política local; ya que este sí es un grave problema del que no vi, no escuche, ni leí absolutamente nada en la comparecencia de valoración de las fiestas de la Peregrina, y eso que ha sido un protagonista nada deseado en estos pasados días, especialmente en la Zona Vieja.



Precisamente por la gran afluencia de participantes en nuestras fiestas (nunca había visto a tanta gente, todo hay que decirlo y ahí le doy la razón a la señora Da Silva), existen cuestiones que deben ser cuidadas por salvaguardar la imagen de la ciudad y que los gobernantes no deberían de pasar por alto. Ese debe ser el tema a tratar, y no si unos van a misa o a una procesión.

Señoras y señores gobernantes del ayuntamiento de Pontevedra, ¡hay que pensar en grande!, porque son demasiados los problemas por resolver en esta ciudad para que de nuevo, y mirando hacia otro lado, sean ustedes los que vuelven a situar en la “pole position” noticiaria el tema religioso; o es que quizá, y aun en el siglo XXI, ¿con la Iglesia hemos topado?


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