¡LA MÁS GRANDE DE LAS CIENCIAS!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 10 de noviembre de 2019
En
pleno siglo XXI las mujeres aun nos seguimos debatiendo en esa “cuerda floja”
espantosa y desigual de la brecha salarial situada en España en un 26,5%, según
los últimos datos que se conocían este pasado viernes; es decir, cobramos ese
porcentaje menos que los hombres.
La
diferencia estriba en que las mujeres aun son en mayoría las que ejercen con
jornadas laborales menores que los hombres, debido a la atención en primera
persona a la responsabilidad familiar (ser madre, atender a los pequeños y a
los mayores de la casa etc.), y no en pocos casos, ocupando puestos de trabajo (aun
a jornada completa) menos remunerados en el escalafón laboral, lo que repercute
directamente en la cuantía de las nóminas mensuales, y por ende, en la
correspondiente a la jubilación que perciban cuando toque.
Pero
si esto ocurre a nivel general, imagínense en algunas áreas de trabajo en donde
la presencia de la mujer sigue siendo testimonial, cito las carreras y
consiguientes ocupaciones que tienen que ver con las ciencias, las nuevas
tecnologías y las carreras más técnicas; es por ello, que la Asamblea General
de Naciones Unidas el 22 de diciembre de 2015 ( aun no hace 4 años), instauró
“el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada
año el 11 de febrero”, lo que conlleva al desarrollo de una serie de programas,
acciones y actividades específicas ( y no tan sólo ese día, también a lo largo
de año) para promocionar el acceso de las mujeres a este ámbito
mayoritariamente masculino hasta el momento.
Yo
tuve la suerte de participar en una de ellas en el marco de la 45 Reunión Anual
de la Sociedad Nuclear Española el pasado 24 de septiembre en Vigo, ya que fui
invitada a través de WiN España (Women in Nuclear, una asociación internacional
que agrupa a mujeres cuyas actividades profesionales están relacionadas con la
energía nuclear y las radiaciones ionizantes, vinculada a Naciones Unidas) como
participante en una conferencia abierta a la sociedad viguesa titulada “Mujer,
ciencia e igualdad”; y les confieso que un habiendo dado pasos importantes, las
mujeres necesitan un mayor espacio en este campo del saber.
Por
ello todas y cada una de las mujeres que han dedicado y dedican su vida al
estudio e investigación en el mundo de la Ciencia tienen mi especial admiración;
y entre ellas todo un referente en la Historia de la Ciencia Española y
Universal, Margarita Salas, que se nos fue este pasado jueves “más allá de las nubes”, y en dónde ya estará
disfrutando en la eternidad de los mejores, al lado de los hombres que más
admiró, su padre José, su marido Eladio y su maestro Severo Ochoa.
Dicen
varias notas biográficas que esta asturiana quizá había recibido de su padre médico
(el Doctor Salas, un orensano afincado en Gijón y conocido como el médico de
los locos) el amor por las ciencias; lo que la llevó con tan solo 16 años, (allá
por el año 1954), a marcharse a Madrid para realizar las pruebas de acceso a
las carreras de Química y Medicina; y aun teniendo la posibilidad de acceder a
las dos, optó por la primera, la Química.
Ya
en la Universidad a la que accedía (siendo de las pocas mujeres de la época y
casi única en su Facultad), se encandiló por la cantidad de prácticas de
laboratorio que se realizaban, en especial en el laboratorio de química
orgánica; y finalizado el tercer curso de carrera y durante las vacaciones de
verano en la casa familiar de Asturias es cuando conoce al hombre que marcaría
un antes y un después en lo que iba a ser una carrera brillante en el mundo de
la Ciencia, nuestro Nobel Severo Ochoa, el cual le recomendó hacer la tesis
doctoral en bioquímica con el profesor Sols en Madrid (pionero de la bioquímica
en España), al tiempo que dio la oportunidad de ir con él a Nueva York, a
realizar su formación post-doctoral y aprender biología molecular.
Cuando
el profesor Ochoa regresó a Estados Unidos, le envió un libro que hizo que
Margarita decidiese su futuro laboral, dedicarse a la nada fácil tarea de la
investigación en el área de la bioquímica; una actividad de trabajo y estudio
que la llevó a conocer a Eladio, casarse y viajar juntos a estados Unidos para
trabajar a las órdenes de Severo Ochoa en la Facultad de Medicina de la
Universidad de Nueva York.
En
una de sus múltiples entrevistas dijo que esa fue de las mejores etapas de su
vida personal, investigadora y cultural; ya que el profesor Ochoa consciente de
la poca “visibilidad” que tenía una mujer científica, en un mundo dominado por
hombres, separó a Margarita y a Eladio en proyectos profesionales distintos. En
Nueva York con Severo Ochoa, Margarita Salas nunca se sintió discriminada por
el hecho de ser mujer; cosa distinta fue al regresar a España en 1967, en donde
y cara al exterior ella volvió ser “la
mujer de Eladio Viñuela”, como antes había sido invisible ante el profesor Sols
que de entre sus pupilos nunca se dirigía ella por ser mujer; pero la grandeza
de su marido al dejarla volar sola en su tarea investigadora, fue la piedra de
toque sobre la que Margarita Salas fue edificando su extraordinaria carrera hasta
llegar a ser todo un referente en la Historia de la Investigación, la mujer qué
más ha hecho por la Ciencia a lo largo de la Historia de España, y a la que
desde aquí le hago mi humilde homenaje, dejando constancia que debió de haber
recibido un premio Nobel.
Esta
gran investigadora, bióloga molecular y maestra científica, era el nexo de
unión de muchos equipos de trabajo; siempre aunando voluntades y cooperando y
ayudando en lo que se le solicitaba.
Margarita
te has ido pero también aquí te quedas, como un ejemplo a seguir por esas
mujeres investigadoras y esas niñas que entrarán a formar parte de la Ciencia
siguiendo tu ejemplo de grandiosidad como profesional y como persona; ya que
así eras tú, sencilla, encantadora y humilde, y así eras y seguirás siendo, ¡La
más GRANDE de las Ciencias!
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