EN CAMPAÑA, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 12 de junio de 2016

Ya estamos en campaña electoral, y cada vez que comienza ese período que antecede a la celebración de unas elecciones, siempre me viene a la cabeza la misma imagen, la de muchas de las historias épicas de contienda que han salido de cualquiera de los libros o películas con los que tanto disfruto.

Al final, se trate de historias épicas o electorales; unos atacan, otros defienden, y la pretensión es la misma, lograr un objetivo determinado, que en el caso que nos ocupa, no es otro que el de conseguir el Gobierno de España.


Y así, ya inmersos en campaña electoral, somos bombardeados por todas las acciones que desarrollan los diferentes partidos y agrupaciones políticas que cada día intentan influir, y a veces de manera más que sorprendente, en la decisión de los votantes de cara el día de las elecciones; cuestión más que trascendental en estos comicios generales, ya que en diferentes estudios demoscópicos nos informan de la existencia de más de un 30% de personas indecisas.

Esto puede ser reflejo de lo que muchos estudios sociológicos también indican, la falta de interés y el hartazgo de los ciudadanos con la cosa pública, pero yo no lo tengo tan claro, ya que en el “campo de batalla” del cotidiano día a día, una se cruza en varias ocasiones con una conversación sobre el mismo tema, y aunque varíe el enfoque, las charlas versan sobre la campaña electoral.

A mí me pasa cuando subo al autobús que me lleva todos los días al trabajo, en la peluquería, en el supermercado, incluso cuando frecuento alguno de los establecimientos de ropa del hombre que genera  más de 141.000 empleos (datos de 2015) y que algún iluminado llama terrorista; en casa, con amigos, en las redes sociales y hasta en los chats privados que mantengo con mis amigas y de los cuales, una anécdota compartiré con ustedes, que sin duda, les hará reflexionar como a mí.

Pero antes les cuento algo para meternos en campaña, verán.

Utilizando la clasificación de mi admirado profesor Sartori, bien es cierto que nos estamos alejando de aquellas figuras de partidos políticos encorsetados de antaño, los partidos de cuadros, y vamos fluyendo a la par que se desarrolla nuestra democracia hacia los partidos de masas, en donde las personas se identifican más con una ideología y su capacidad de participación, que sólo con la admiración a un líder como ocurría en los de otros. El objetivo, llegar al mayor número de votantes.


Así, la cruzada electoral se hace acompañar de otras campañas como las de marketing político, elaboradas ad hoc para jactancia de sus dirigentes que no pretenden otra cosa que vender su producto de la mejor y más adecuada de las maneras, y así impactar en los posibles electores que aun no han logrado fidelizar. Es decir, como si de una multinacional se tratase a la hora de colocar su mercancía como la mejor.

Pero llegado este momento, yo le invito a una reflexión; cuidado con el lanzamiento de nuevos productos que no han sido testados, o cuya puesta en el mercado ha dado más de un disgusto.
La experiencia nos indica que no todo es lo que en un spot publicitario nos muestran. Tampoco en un catálogo promocional. Después lo compramos, lo probamos y nos llevamos un gran chasco. Pero entonces ya no hay posibilidad de devolución.

Y aquí es a dónde quería llegar, tomando como ejemplo las falacias fabricadas por insignes publicistas y comunicadores. Y lo hago compartiendo con ustedes un post que escribió una amiga en ese grupo de whatsapp que tenemos mis niñas del alma, las de toda la vida, las que me recuerdan sin tonterías quien soy, las que quedamos todos los jueves, y las que me siguen arrancando una sonrisa y un abrazo sincero cada vez que las veo. Les cuento.


“Una mujer fallece y llega a las puertas del Cielo. Allí se encuentra con San Pedro. Tras darle la bienvenida al Paraíso, le ofrece la posibilidad de mostrarle en 24 horas,  lo que es el Cielo y lo que es el Infierno. Al final la decisión será sólo de ella, y podrá elegir donde quedarse para toda la eternidad, pero sin oportunidad de vuelta atrás.
La acompaña a un ascensor y bajan hasta el Infierno. Las puertas se abren y se encuentra justo en medio de una playa maravillosa y en un Beach Club de ensueño a sus amigas disfrutando de todo los lujos inimaginables. Estas que acuden en una algarabía a saludarla, recuerdan viejos tiempos, e intentan convencerla de que mejor que aquí ni en el Cielo. Cenan, disfrutan de un festín idílico y bailan cortejadas por un grupo de guapetones y cameladores caballeros entre los cuales se encuentra  el diablo, que en esa escena publicitaria es un tipo simpático y ligón. Se divierten tanto que el tiempo vuela, y antes de lo esperado la despiden en la puerta del ascensor.
Allí dentro la espera San Pedro para llevarla al Cielo. Una vez en el Paraíso, ella pasa el día saltando de nube en nube, disfrutando de alegría, serenidad y libertad. Esa es la realidad que ella ya sabía que existía, pero la mujer se aburre, y le dice a San Pedro que ha elegido volver al Infierno ya que visto lo visto y seducida por el tráiler publicitario que le habían presentado, prefiere volver allí.
Al llegar de nuevo al Infierno se encuentra con la realidad. Una tierra desierta, cubierta de desperdicios, donde sus amigas estaban tristes, angustiadas, cubiertas de harapos y pasando todas las calamidades habidas y por haber.
Acto seguido, se encuentra con el Diablo y ella le dice, “esto no es lo que me hiciste ver”; él le contestó,” mujer, estaba en campaña electoral, la realidad es otra, pero tú ya has votado por nosotros”. Cualquier semejanza con la realidad, no es pura coincidencia. Reflexionen”.



Humildemente les digo en primer lugar, que vayan a votar el próximo 26 de junio es nuestro derecho y deber como españoles y demócratas, pero seguidamente también les digo, que no se dejen encandilar por estrellas televisivas, historias idílicas, y catálogos de fotos, como los que algunos espabilados nos venden en campaña.







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