GOODBYE O FAREWELL, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 26 de junio de 2016

El pasado viernes 24 de junio amanecía el día de San Juan entre el recuerdo de las sardinas y las hogueras que imperaron en nuestra Noite Meiga, y mientras nos lavábamos la cara con las hiervas purificadoras, despertábamos con la noticia del sí al BREXIT, es decir al divorcio entre Gran Bretaña y la Unión Europea. 



Mala noticia para los que creemos en una Europa unida, no obstante, aunque en muchas de mis intervenciones en los medios de comunicación siempre he defendido ese proyecto, de forma paralela he abogado por la tesis que ampara la equivocación al programar esa unión.

Pues sí, esta es la consecuencia de habernos confundido en Maastricht, y no lo digo por decir, mi doctorado en Derecho Público contenía uno de los cursos sobre Derecho Comunitario Europeo, por ello les aseguro que tuve que estudiar a conciencia el Tratado de la Unión (TUE), un texto cuya intervención marcaba una nueva etapa en la integración europea ya que permitía la puesta en marcha de la integración política. 


En 1992 el Tratado de Maastricht establecía una Unión Europea formada por tres pilares: las Comunidades Europeas, la política exterior y de seguridad común (PESC) y la cooperación policial y judicial en materia penal (JAI). También establecía una ciudadanía europea, reforzaba las competencias del Parlamento Europeo y ponía en marcha la unión económica y monetaria (UEM). Además, la CEE se convierte en la Comunidad Europea (CE).

¿Qué fue lo que ocurrió en mi humilde opinión?, que nuestros mandatarios focalizaron todos los esfuerzos hacia la unión económica, dejando en un segundo plano la unión política; de nuevo dando uso al refranero, de árbol enfermizo no esperes fruto rollizo.

He titulado este artículo goodbye o farewell, porque en el idioma inglés existe una importante diferencia entre ambos términos, y creo sinceramente, que me inclino más por un goodbye del Reino Unido a la Unión Europea que por un farewell. Les cuento.

El término goodbye se utiliza informalmente como una palabra para despedirnos al finalizar el día, o por ejemplo, cuando dos personas están terminando una conversación; farewell  se utiliza como una despedida más formal y por lo general implica que alguien nunca verá a la persona con la que interactúa de nuevo o que pasará un largo tiempo.

Yo me decanto por el primer término, ya que quiera o no quiera, la actual Gran Bretaña, o como se atisba, Inglaterra y Gales (ya que Escocia e Irlanda del Norte pedirán el abandono de esa unión de reinos para permanecer en Europa, y digo alto y claro, nada tiene que ver con la intención soberanista de Cataluña, documéntese  señoras y señores y que no les engañen los bocachanclas y buhoneros), tendrá que seguir manteniendo relaciones con la Unión Europea. No sé si como Canadá o Suiza (con sus múltiples tratados de colaboración y cooperación de todo tipo), pero seguirán ahí; al igual que en la OTAN, porque EEUU tiene mucho que decir al respecto.


Y me veo en la obligación de hacer la aclaración justa para que ustedes tengan toda la información y no confundirles, y lo cierto, es que el Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que es su formal acepción, es un estado unitario comprendido por cuatro países constituyentes: Escocia, Gales, Inglaterra e Irlanda del Norte, y es gobernado por un sistema parlamentario con sede de gobierno en Londres, la capital, pero con tres administraciones nacionales descentralizadas en Edimburgo, Cardiff y Belfast, las capitales de Escocia, Gales e Irlanda del Norte respectivamente. Las Dependencias de la Corona de las Islas del Canal y la Isla de Man no forman parte del Reino Unido, pero sí se integran en una federación con él; además El Reino Unido tiene catorce Territorios de Ultramar, todos ellos vestigios de lo que fue el Imperio Británico, que en su cúspide territorial llegó a abarcar cerca de un cuarto de la superficie terrestre del planeta.

Pero a lo que vamos, es muy triste la noticia de la decisión de abandono de este estado a la realidad de la existencia de Europa, porque si levanta la cabeza el conde Coudenhove-Kalergi hoy estaría más que defraudado. Bien es cierto que no fue el primero en forjar la idea de una Europa unida, pero sí fue el que más cerca estuvo de imaginar el fondo y la forma de lo que ha acabado siendo la Unión Europea, y así lo dejó plasmado en 1923 a través de una publicación bajo el título de Pan-Europa, algo así como una declaración de tinte geopolítico destinado convencer que el futuro del continente pasaba por la democracia, la paz y la unión económica y política entre los Estados (principalmente Francia y Alemania, enemigas históricas). Yo que conocí su trabajo gracias a un europeísta que marcó mis estudios, don Gerardo Fernández Albor, vuelvo a insistir en la idea de su decepción ante este panorama.



No obstante y ante este momento de crisis, tomando la acepción del término como de cambio, quiero lanzar un mensaje de tranquilidad, aunque no de despreocupación, es decir sin prisa pero sin pausa, y lo hago pensando en todo aquello que más me importa, como los españoles que están trabajando allí (en especial los miembros de mi familia en ese país) y nuestras empresas que interactúan en el Reino Unido.

El artículo 50 del Tratado de la Unión Europea (antiguo artículo 44 TCE, esta referencia es indicativa), prevé un mecanismo para la retirada voluntaria y unilateral de un país, y lo hace estableciendo la notificación formal de hacerlo, y con un período máximo de dos años, durante el cual todo sigue como hasta hoy, así que y invoco a la tranquilidad porque dos años, tal y como discurre el mundo actual, es mucho tiempo, pero también el Consejo puede decidir prorrogar dicho período, y cualquier país que se haya retirado de la UE podrá solicitar unirse de nuevo y deberá someterse nuevamente al procedimiento de adhesión.



Por ello yo apuesto más por un goodbye que por un farewell.


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