EL PODER DEL FUEGO, artículo publicado en DIARIO DE PONTEVEDRA el 5 de junio de 2017
Desde que el Homo Erectus aprendió a manipular y usar el fuego, hasta hace 790.000 años que realmente el hombre lo pudo crear, este elemento de la naturaleza y su puesta al servicio de nuestras necesidades es uno de los hechos más importantes en la historia de la humanidad, ya que nos ha permitido evolucionar hasta lo que hoy somos y desarrollar nuestra inteligencia. Les he de confesar, que en pleno siglo XXI a veces parezca que involucionamos, y a los hechos me remito.
Controlar el fuego ha permitido a los hombres tener una cierta independencia, que a su vez contribuyó a la migración desde África hacia Europa, para luego poder expandirse por todo el mundo tal y como hoy lo conocemos. Esto se debió a que, pudiendo generar fuego, los hombres no dependían de las causas naturales, originariamente, para poder utilizarlo y tenían mayor facilidad para trasladarse sin preocupaciones climatológicas.
Con este elemento de luz, el Hombre ha podido protegerse contra animales feroces, cocinar y hacer herramientas y armas; ya que el fuego es símbolo de esa luz y calor. El tener armas con las que defenderse e iluminación durante las noches permitió a los humanos sentir menos miedo a lo desconocido, al tiempo que el calor brindado por este elemento les permitió viajar a sitios fríos.
Sin duda alguna, el fuego fue un gran aliado de los hombres durante la antigüedad, llegando hasta la actualidad. En cierta forma, el fuego ha cambiado nuestras formas -por ejemplo, somos el único animal que cocina sus alimentos, en lugar de comerlos crudos- y nos ha hecho ser quienes somos.
Podemos invocar la faceta protectora, purificadora y hasta a veces divina del fuego. Desde la antigüedad se encendía en honor de los dioses, se utilizaba para la adivinación en los oráculos, y en capítulos más tétricos de la Historia de la Humanidad, incluso para purificar herejes.
Sin ir más lejos la noche de este pasado viernes, nuestra “Noite Meiga” cristianizada como “Noche de San Juan”, contiene un poco de todo, ya que las hogueras que encendemos proceden de la vieja tradición de los resplandecientes “Fuegos de Beltane” que muchos años atrás celebraban druidas y celtas. En esas piras confluyen protección y purificación, llegando en muchos lugares a realizar ceremonias de renovación y restitución.
Pero el fuego no es solo calor, protección y benevolencia, también es un elemento que, desencadenado de forma indebida, significa un poder de destrucción total, por lo tanto, el hombre lo ha adorado y temido a partes iguales. El problema surge en dimensiones inimaginables cuando es el propio ser humano el que lo provoca para producir daño y devastación.
Comenzábamos esta semana con una triste noticia. Nuestro país hermano Portugal sufría el mayor incendio de su historia, con más de 60 víctimas mortales en una carretera cuyo discurrir llevó a demasiadas personas al mismísimo infierno, promoviendo a la vez, una devastación de hectáreas sin parangón desde que se tienen datos contrastables.
A ese fuego lusitano, las fuerzas de la naturaleza parecían haberle dado pistoletazo de salida a través de un trueno surgido en una terrorífica tormenta perfecta. Pero las ultimas noticias apuntan a que el incendio comenzó bastante antes de producirse este fenómeno meteorológico.
Esperemos a la conclusión de las investigaciones sin adelantar acontecimientos, pero si detrás de este infierno en la tierra ha estado la mano del hombre, espero que en el plano material caiga sobre quien sea la más dura de las leyes, y en el espiritual, que nunca más vuelva a levantar cabeza siendo consciente de las vidas y la hecatombe natural que se ha llevado por delante.
Y teniendo en cuenta este desastre, además de los ya conocidos desgraciadamente con anterioridad, parece que no aprendemos.
La tarde del jueves una colilla producía otro asolador incendio en Cataluña, esta vez les tocaba sufrir en Sant Fruitós de Bages. Y aunque la estabilización de este desastre se produjo en tres horas, las evacuaciones afectaron a 350 personas, eso sí, arrasó más de 150 hectáreas, de las cuales en un 80% eran de vegetación agrícola y el restante 20% forestal.
Distamos mucho de ser como aquellos primeros hombres que descubrieron y veneraron el fuego por todas las ventajas que les suponía, a la vista está.
Deberíamos de tomar conciencia de la gravedad de la situación, y hacer del poder del fuego algo útil en vez de algo exterminador, dándole un mejor uso, como el de la celebración en Beltane, en A Noite Meiga o en la Noche de San Juan.
Pero hagámoslo de la misma manera que los que nos precedieron en la Historia; demos a esta festividad, tintes de riqueza y abundancia, de protección, de purificación y de renovación.
Hemos estrenado la estación de la luz, seamos conscientes y responsables; y que el poder del fuego solo sea para cosas buenas, celebraciones y alegría.
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