" LA ÉTICA DE LAS ESTÉTICA ", articulo publicado en Diario de POntevedra el 13 de mayo de 2018
Como muchos de ustedes sabrán, la ética y la estética son dos disciplinas de la filosofía que tienden a la perfección del ser humano.
La ética es la que se dedica al estudio de lo bueno y lo malo relacionado con el ser humano y la estética, estudia el arte y sus cualidades, como son la belleza, la perfección, lo feo o la disonancia, en resumen, es la filosofía de la belleza.
De entre otros autores de referencia de la Historia de la Filosofía, Ludwig Wittgenstein dejó escrito en su “Tractatus”, que la ética y la estética son lo mismo; y sin entrar en el análisis profundo de la esencia de ambas, ni del nexo que establecía Wittgenstein, soy de los que opinan que, efectivamente, una va intrínsecamente unida a la otra, como si de un proceso de ósmosis se tratase.
En estos últimos días esta afirmación “wittgensteiniana” me vino a la cabeza al conocer la actuación prevista desde el Ministerio del Interior del Gobierno de España, y que tenía como objetivo la “estética” de los miembros la Guardia Civil.
Pero no es esta una iniciativa aislada, ya que, en 2009, la Policía Nacional anunciaba una serie de 13 normas que discurrían desde la prohibición de usar “maquillajes estrambóticos”, pulseras, la manera de llevar el pelo, barba o perilla, posturas indolentes, cómo saludar y dirigirse a la ciudadanía, etc.
También Este pasado mes de enero, aunque con un fondo distinto, los máximos responsables de la BRILEG (Brigada de la Legión) declararon una guerra sin cuartel a la obesidad de algunos de sus miembros a modo “dieta militari”.
Pero volviendo al tema de la normativa de aplicación a la Benemérita sobre la que se está trabajando desde la Dirección General de la Guardia Civil, soy consciente de las controvertidas opiniones que ha levantado y lo seguirá haciendo, sobre todo entre aquellas personas a las cuales se les hace muy difícil digerir la interferencia de la vida profesional en la privada. Lo puedo entender, aunque lo que sí hay que tener muy claro es que ser miembro de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, así como de las Fuerzas Armadas, es una responsabilidad las 24 horas del día, elegida libremente por cada uno de sus miembros, y con unas bases de actitud (ética) y estética que no se deben franquear.
Y así de claro lo expreso aun teniendo en cuenta que el borrador en que se trabaja refiere a horas de servicio activo, haciendo alusión al aspecto aseado en cabello, vello facial, uñas, accesorios, tatuajes y perforaciones, y se trata del respeto al decoro inquebrantable a la hora de llevar un uniforme.
Usar un uniforme bien sea militar o como por ejemplo del que estamos tratando, el de la Guardia Civil, es una satisfacción, un honor y un privilegio, que entraña tal responsabilidad, que significa mucho más que llevar una prende de trabajo, aunque así sea ella una de sus funciones.
Puedo entender que, si con un uniforme uno no está cómodo, lo pueda llevar para arreglar a la sastrería; pero entre una adaptación de talla, y el acercarse a un aspecto más acorde con un miembro de "Village People" que un agente del Instituto Armado, hay un abismo. Y créanme que se lo que les digo. Por no hacer referencia a las gafas de sol de algunos que emulan más a las de un colega del “Torete” o el “Vaquilla” que a un Guardia.
La Guardia Civil forma parte del conjunto de fuerzas de seguridad de carácter profesional y permanente, que la Ley Orgánica 2/1986 pone al servicio de las Administraciones Públicas para el mantenimiento de la seguridad pública, y como tales es su deber dar ejemplo en todo.
No quisiera causar malestar en la Benemérita por estas afirmaciones, ni mucho menos, soy tataranieta, bisnieta y sobrina del Cuerpo, y precisamente por ello, manifiesto mi acuerdo absoluto con la decisión tomada por el Ministerio del Interior y la Dirección General de la Guardia Civil, ya que deben portar una estética acorde con la ética que defienden.
A modo de conclusión decirles que, el artículo 52 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, aprobadas en 2009, hace mención a que todo miembro de la institución castrense debe destacar «por vestir el uniforme con orgullo y propiedad…», recogiendo así el mandato de las ordenanzas particulares de los ejércitos, promulgadas en 1983 y 1984 y en plena vigencia, en las que se determinaba que «El uniforme, por su significación, ha de vestirse con propiedad y corrección, portando las prendas y ostentando las divisas, emblemas, condecoraciones y distintivos reglamentarlos para cada ocasión…».
Y no se debe olvidar nunca de la simbología del uniforme, ya que es fiel reflejo tanto de la Institución como de quien lo viste.
Curiosas palabras sobre este tema del gran Calderón de la Barca, en donde en sus versos honrando a la milicia, escribía: «… y si es honrado / pobre y desnudo un soldado / tiene mejor cualidad / que el más galán y lucido / porque aquí a lo que sospecho / no adorna el vestido el pecho / que el pecho adorna al vestido».
Yo insisto en que, “el César, además de serlo tiene que parecerlo”.Y no, no me he equivocado de frase, porque aborrezco la tópica que hace referencia a su mujer, me parece de lo más patriarcal y trasnochada, así que adaptada la máxima al tema del que les he escrito este domingo, simplemente añadir a modo de resumen, que como en otros muchos casos, en este especialmente, la estética debe ir inseparablemente unida a la ética.
Como posdata, lanzar el brindis de este alegato a muchos de nuestros representantes públicos. Ahí lo dejo.
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