¡ESTE NO ES PAÍS PARA NECIOS!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 22 de marzo de 2020
Seguramente
la mayoría de ustedes pensaron más de una vez en poder llegar a sus hogares y disfrutar de esa sensación
maravillosa de no tener que estar en ningún otro sitio, no depender de un
horario, ni de planes concretos, solo estar en casa. Yo también, pero la situación que estamos viviendo en
estos momentos, es distinta.
Somos
millones las personas que estamos confinadas por obligación, y esto de la
imposición no es plato de buen gusto a la condición humana; pero en una
situación tan grave como la pandemia que estamos viviendo, de calibre tal, que
se ha tenido que aplicar uno de artículos
más duros de la Constitución Española, el que decreta el Estado de Alarma (como
explicaba en mi artículo del domingo pasado), debemos ser respetuosos y acatar
las imposiciones restrictivas, porque aún no han llegado los peores momentos
del “pico del contagio”.
Por
ello DEBEMOS DE PERMANECER EN NUESTRA CASA e intentar seguir con nuestra cotidianeidad
de antes, es decir, horarios y actividades; y aunque no va a ser fácil, (en
especial con el transcurso de los días que se nos van a hacer interminables),
debemos de reinventarnos, y pretender transformar esta situación adversa en una
oportunidad extraordinaria para todas y cada una de los millones de personas
que debemos permanecer en nuestro hogar. Porque, repito y no me cansaré de
decirlo, ¡NO SE PUEDE SALIR A LA CALLE!
Efectivamente
hay CAUSAS DE FUERZA MAYOR; como los trabajos indispensables de los que cuidan,
y a los que desde aquí les mando el mayor de los agradecimientos; el mismo que
tantos millones de personas les brindamos cada día a las ocho de la tarde con
aplausos desde nuestras ventanas y balcones; al personal sanitario, al de
limpieza, al de seguridad privada, de alimentación, de logística, de transporte,
de establecimientos y áreas laborales
que permanecen abiertas (farmacias, ópticas, ortopedias, veterinarios, kioscos etc.),
puestos de trabajo en los que es imposible “teletrabajar”, el de las
administraciones públicas que permanecen en “servicios mínimos esenciales”, a
bomberos, a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, a las policías
autonómicas y locales, y a las Fuerzas Armadas. De los que me hubiese olvidado
me perdonen, pero que sepan que están en el corazón de todas las personas, como
en el mío con un AGRADECIMIENTO INFINITO. Y aprovecho la
oportunidad que tengo cada domingo, y
este en especial para pedirle a la ciudadanía ¡de todo corazón!; que no
desvirtuemos esta salida diaria en unidad y en positivo con otras
manifestaciones como las “caceroladas”
de los unos y de los otros; porque este momento es y debe seguir siendo de
UNIDAD Y DE AGRADECIMIENTO. Para lo otro ya habrá tiempo.
También
es momento de respeto, y de anteponer los intereses colectivos a los
individuales, porque nuestros derechos como ciudadano han sido restringidos
para proteger algo tan importante como es la VIDA de las personas.
Pero
parece ser que un sector importante de la población no se da por enterado de la
gravedad de la situación, y siguen campando a sus anchas en sus coches, como si
de un veraneo se tratase; salen a hacer running, como qué por sanos son
inmortales; acuden a diario al supermercado a comprar 100 gramos de algo, (o
una bolsa de pipas); hacen la compra en una gran superficie “en pareja” dispuestos a disfrutar de un fin
de semana en su segunda residencia; pasean a sus perros todos y cada uno de los
miembros de una familia, etc. Pues desde aquí os digo que ¡sois unos
irresponsables, porque ESTÁ MURIENDO GENTE, Y ASÍ SEGUIRÁ SI NO OS QUEDÁIS EN
VUESTRAS CASAS!
A
todos estos desgraciados y desgraciadas, les invito a ver una simulación hecha
en un pueblo virtual de 200 habitantes por parte de Washington Post; a ver si
visualizando la cuestión, se conciencian de una puñetera vez y entran en razón
de la importancia de las medidas de contención y prevención, es decir de
cuarentena. Y a ver si de esta manera se dan cuenta de la magnitud del peligro.
Pero
claro, ante el panorama de ejemplos públicos tan canallas como el del megalómano
vicepresidente Iglesias que se salta dos veces la cuarentena, (en su caso
obligatoria) para alimentar su inconsciente ego sin parangón; el del
pendenciero concejal de la CUP que incita a escupir a los militares de la UME
allí destinados a desinfectar Cataluña; el de la descerebrada concejal
lanzaroteña, (compañera de filas del “vice”), que como si nada suelta la
siguiente barbaridad sobre el coronavirus: “La
naturaleza nos avisa de que hay muchos mayores”. Con este percal, personas
de bien, ¡que quieren ustedes que les diga!
Sé
que no es plato de buen gusto quedarse en casa. Yo en cualquier momento subo
por los techos y las paredes como “la niña del exorcista”, pero para no llegar
a eso, decirles que una vez finalizada mi jornada laboral diaria por
teletrabajo y en especial el fin de semana, me dedico a: organizar mi casa; reparo
enseres varios (he pintado una bañera y estoy restaurando una cómoda);estoy
haciendo “limpieza” de lo que no necesito, pero quizá solucione problemas a
otros; he ordenado algunos álbumes de fotos y unas estanterías de libros; estoy
releyendo uno que me encanta; he recuperado mi baúl dela “Nancy”, lleno de
carta de adolescencia y recuperando antiguos amigos por las Redes Sociales;
interactúo con mi familia y amigos a través de “videollamadas”. Pongo música a
menudo, en especial a la hora de hacer la limpieza, que el bailar también es
hacer ejercicio. Y hoy tras escribir este artículo dominical, seguiré
recopilando información para dar forma a lo que quizá algún día sea mi primera
novela; y acto seguido, a las ocho de la tarde, como a diario a mi ventana a
aplaudir por todos los que nos están cuidando, y he de decir que en esto, ¡Pontevedra
es todo un ejemplo a seguir!
Les
animo para que aprovechen positivamente esta situación, ya que debemos aprender
a convivir con este nuevo escenario que la vida nos ha mandado, y ahora ya se
lo digo como sociólogo y profesional, porque quizá tengamos que permanecer en
casa más tiempo del que nos imaginamos.
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