MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 30 de octubre de 2016

Seguro que a todos ustedes les suena esta frase, bien por ser el título de una magnífica obra teatral de William Shakespeare, bien por ser una frase que acuñamos en nuestro refranero de cabecera.




Pues en ambos casos el significado es el mismo, y nos indica que a pesar de haber o hacer un gran alboroto o revolución, al final no hay ningún resultado real ni positivo, se hace mucho ruido pero al final no se hace nada, todo es artificio; bien como en la trama de la citada comedia, bien como el significado de la apotegma. He de añadir, que la traducción literal es “mucho ruido por nada”, pero el fondo de la cuestión que nos trae es el mismo. 

Ayer España ganó. Ayer ganamos todos, porque puede ser que el recientemente investido Presidente del Gobierno de España, Mariano Rajoy, no sea del gusto de algunos, o de varios, pero ahora es el presidente de todos.

Y me remito a las palabras de la intervención de Albert Rivera en la primera sesión de investidura en esta tanda cuando decía, “este no es un gobierno de Ciudadanos, no es el mío, pero es el democráticamente elegido por la mayoría de españoles en las urnas tras dos elecciones consecutivas…”. Así es Albert, ahí hablaste.


El problema con el que nos encontramos, es que hay algunos que no se han dado por enterados o mejor dicho, no se quieren enterar que esto es de esta manera; porque si así fuera, ya se le habrían acabado todos sus presuntos argumentos, no teniendo con qué justificar sus numeritos de comediantes. 

Y cada vez que les oigo o les veo, me viene a la cabeza el aforismo “mucho ruido y pocas nueces”, o lo que es lo mismo “mucho ruido para nada”.

Decidme de qué presumís y os diré de lo que carecéis, Pablo Iglesias Turrión y compañía. No se puede ir de demócratas, cuando vuestra praxis se basa en justificar con broncas, pantomimas y numeritos varios, la pataleta de niños pequeños, por no haber conseguido en las urnas el respaldo que decíais tener. Así no se hacen las cosas.

Por si fuera poco, señor Iglesias, “consejos vendo que para mí no tengo”, ¿no? . Lo que no se puede hacer es insultar a diestro y siniestro en el Congreso de los Diputados, y cuando un portavoz de otro grupo de la Cámara le canta las “verdades del barquero”, se pone usted como un basilisco y ordena abandonar el hemiciclo a todos sus adeptos escenificando el gran ultraje.

Es cierto que las verdades ofenden, pero no se puede hacer teatro en la casa del pueblo español que somos todos, allí se va a otra cosa, pero claro, con ustedes ese tema no va. 

Y ya no quiero ni entrar en valoración de la absurda idea de “rodea el Congreso” y la sarta de barbaridades que abanderaron y corearon la horda de insensatos, que ayer mismo se agolparon en la Carrera de San Jerónimo. Sería dar demasiada importancia a una tropelía sin sentido.


No le arriendo la ganancia a la señora Presidenta del Congreso de los Diputados esta legislatura. Paciencia señora Pastor, que me consta que la tiene, y siga ejerciendo como hasta ahora su impecable papel, porque le auguro un período lleno de broncas, salidas de tono, además de sketches de dudoso gusto.

Sumarán y seguirán con “mucho ruido por nada”, “mucho ruido y pocas nueces”, porque esa es la verdad del fondo que persigue esta gente. No saben lo que quieren, no tienen proyecto.

Ni tan siquiera están unidos entre ellos, lo único que les agrupa es un endeble eslabón, un eslabón construido en base al descontento de parte de la población española por la situación económica; cuestión que han aprovechado al más puro sentido del despotismo ilustrado, haciendo bueno a Carlos III y a su máxima “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, pues así proceden estos presuntos abanderados de las libertades y la democracia. 

Es vergonzoso ver como se adueñan de las desgracias, sinsabores y situaciones que viven muchas personas en España; aprovechando la coyuntura para abanderar la causa en base a discurso irreal, falso y sin consistencia, con el único objetivo de seguir conservando adeptos. De nuevo, “mucho ruido y pocas nueces”, “mucho ruido por nada”.



Pero quizá tengan sus días contados.

Este pasado jueves conocíamos la cifra del paro en España, 18,91%, la mejor en 7 años; y aun así sin la certeza de un gobierno con plenos poderes, en España se sigue apostando por el empleo. 

No me cabe la menor duda que con un Ejecutivo autorizado, y ante la necesidad de diálogo y consenso que los españoles le hemos dibujado en el panorama parlamentario a través de las urnas, y qué a su vez, como una buena cosecha ha recogido el ya presidente Rajoy, no caerá en saco roto; y lo anunciado por activa y por pasiva, ofreciendo la misma generosidad en los futuros acuerdos que él ha recibido, España saldrá adelante.

Se dibuja una etapa rica en producción legislativa, aunque no de fácil ejecución. Pero si seguimos avanzando, como es previsible, esos que tanto jalean y protestan, se van a quedar sin argumentos, aunque creo no sin ideas de fácil interpretación dramática; de eso saben mucho.



Espero y confío que la bronca sin sentido irá in crescendo, y que a su vez será más que evidente, el “mucho ruido por nada” o el “mucho ruido y pocas nueces”.




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