"VIRIDIANA", artículo publicado en Diario de Pontevedra el 29 de julio de 2018
No va a ser fácil
orientar este artículo de opinión desde el más aséptico de los pragmatismos,
huyendo de vísceras y anteponiendo la razón al corazón, pero es necesario
hacerlo, es este un ejercicio que deberíamos hacer todos, en especial los que
nos gobiernan en España, y no ejercer la “caridad buenista” al más puro sentido
de la Viridiana de Buñuel.

Este pasado jueves, 600
subsaharianos asaltan la valla fronteriza entre España y Marruecos, en la
ciudad de Ceuta, y de nuevo surge la polémica.
Pero este salto no ha
sido uno más, ha sido todo un asalto en el que las personas que lo perpetraron
iban armados de sierras radiales, cócteles molotov, lanzallamas y cal viva. Las
mafias de tráfico de personas se han encargado de pertrechar a sus esclavos con
toda una pléyade de artefactos caseros y no caseros, y si no, que se lo
pregunten a los 22 guardias civiles heridos, que, perdonando la expresión, no
es “moco de pavo”; como tampoco lo es dejar invadir así su territorio por
ningún país serio, pero he ahí la práctica a la “Viridiana”.
Soy consciente que
estas 600 personas huyen de algo, mayoritariamente del horror que viven en sus
territorios en permanente contienda bélica, otros del hambre, pero que no quepa
la menor duda, que otros tantos lo han hecho alentados en busca de “el dorado”
que tan bien se lo han vendido los desgraciados que juegan con sus vidas y su
dinero.
Son muchos los factores
que empujan a estas personas a buscar una vida mejor, abandonando lo que más
quieren y la tierra que los vio nacer, no es la primera vez que les hablo de
ello; y en la misma línea me mantengo, aun creyendo que la situación que viven
nuestros vecinos del sur de España comienza a ser insostenible.
Digan lo que digan
algunos, el efecto llamada existe, así como otro al que podríamos denominar de
“puertas abiertas”, y que Marruecos hace efectivo cada vez que necesita una
inyección económica o se renegocian las cuotas en sus caladeros.
Soy consciente que existirán
un sinfín de motivos que se nos escapan al común de los ciudadanos, pero la
consecuencia más directa es la del sufrimiento de las personas, y no solamente
me refiero a los que escapan de las más terribles de las calamidades; y aquí
incluyo a todos los que los reciben, y en especial a aquellos que, haciendo su
trabajo, como los guardias civiles en la frontera de España con Marruecos, han
resultado vilmente heridos.
Y por los unos y por
los otros esto no puede seguir así, y de una vez por todas hay que tomar cartas
en el asunto, porque tal y como hemos sido informados por distintos medios
solventes, hay un colectivo de cerca de 50.000 personas, migrantes o
inmigrantes, que están esperando para saltar o, visto lo visto, asaltar las
vallas fronterizas de Ceuta y Melilla. Para que nos hagamos una idea, el mismo
número de personas que habitan en nuestros ayuntamientos cercanos de Bueu y
Marín; ahí es nada.
Ya no se trata de ser
de “derecha, izquierda o centro”, se trata de sentirse simplemente humano, y de
profesar esa esencia que nos diferencia de otras especies, no podemos mirar
hacia otro lado, tampoco permanecer impasibles, mucho menos actuar a “salto de
mata” según la oportunidad electoral, hay que actuar con contundencia ante esta
bomba de relojería conformada por seres humanos que, queriendo abandonar el
horror, son utilizados por la otra parte de esa bomba que la componen los
desalmados miembros de las mafias del tráfico de personas.
La cuestión es más que
seria y urgente, y no se puede solucionar con un par de reuniones en Bruselas y
Rabat; aquí tendrá que “apretarse los machos”, tanto la endeble ONU, como
Organización para la Unidad Africana, que tendrá también que arrimar el hombro
y ponerse manos a la obra, para solucionar un problema que es más suyo que de
otros. No obstante España y su Gobierno, tiene un papel preponderante, para
empezar el de darse a respetar y eso solo se hace gobernando.
Los centros de
internamiento de inmigrantes están desbordados, Salvamento Marítimo no da para
más, Algeciras se está convirtiendo en la nueva Lampedusa, la Cruz Roja al tope
de su capacidad de reacción al igual que muchas ONG, etc.
Mientras tanto las
nuevas ministras en la rueda de prensa del pasado viernes tras el Consejo de
Ministros echando la culpa a la inacción de sus antecesores, y pilotando
operaciones “maquillaje” como la del buque Aquarius para ejercer el más
inadecuado de los “buenismos”.
Y no seré yo quien
critique la ayuda a los que más lo necesiten, eso nunca, pero de la misma
manera denuncio las formas de desatino discrecional que solo nos traen más y
mayores problemas a España.
La tradición europea
que desde el Renacimiento lleva colocando en el centro de su política a la
persona, en este siglo XXI no puede desentenderse del destino de otros; pero
todo debe llevar un control y un procedimiento que no permita,
que Gobierno de España siga practicando ese “buenismo” al más puro estilo de
Viridiana.




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