DE FRAUDE, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 3 de julio de 2016
Vergüenza es lo que le tiene que dar a quien ha lanzado el
del fraude electoral en España en estas elecciones generales del pasado día 26
de junio, aunque visto lo visto de la cantidad de burradas y barbaridades
exentas de veracidad con la que algunos pensaban enganchar a nuevos votantes
(de ahí entre otras cosas el descalabro), yo ya estoy curada de espantos.
Pero sea quien fuere el lanzador de este bulo, yo le invito
a que deje de hacer el gracioso o
graciosa desde su móvil u ordenador, que se deje de tejer falsedades letra a
letra sin fin, como si del tapiz de Penélope se tratara; que con las cosas de
comer no se juega, y qué en unas elecciones venideras se siente 16 horas en una
mesa electoral como voluntario observador autorizado por la junta electoral, y
lo haga representando al partido que más rabia le dé.
Imploro a la diosa Fortuna para que le conceda ser miembro
de una mesa electoral en el sorteo ciudadano. Si no le cayera tal breva, le
invito a que ejerza de interventor o apoderado ya que esa opción es automática.
Y sigo dirigiendo mis palabras a ese agitador virtual,
porque debería de saber en verdad, lo que es ser parte integrante de un proceso
democrático y sin más contraprestación a cambio que la satisfacción de velar por
la limpieza y el discurrir del proceso democrático electivo.
La sinvergüencería de la mentira se agranda por la falta de
respeto a todos aquellos que, luchando por el derecho al sufragio universal a
través de procedimientos libres, democráticos y limpios han dejado su vida en
ello para que hoy pudiésemos votar, para poder ejercer como representantes de
los partidos políticos en la mesa, recontar votos a la vista de todos y
entregar los datos en el juzgado escoltados por la policía. Es más, con la
automatización del envío de los mismos no ha lugar el comentario que circula
por las redes. Verán.
Hace hoy una semana se celebraron las Elecciones Generales
en España y desde entonces se han sucedido
supuestas cartas de supuestos miembros
de unas supuestas mesas electorales
hablando de fraude electoral. Tesis que una parte pequeña, aunque ruidosa en
las redes sociales, no ha parado de jalear.
¿Pero es que de verdad nos siguen considerando algunos, tan
imbéciles a los españoles que nos quieren hacer creer que se pueden esconder un
millón de votos, o cien mil o diez mil sin que los partidos, con su acceso a
las actas y su presencia en las mesas, lo noten?. Están ustedes de broma,
¿verdad?.
Estoy más que harta de las teorías conspirativas que algunos
abanderan bajo la careta de un pseudónimo en las redes.
Yo les puedo asegurar que si en este caso, como en cualquier
otro, presencio alguna cuestión constitutiva de delito, para eso están los
juzgados, incluso los hay de guardia. Ahí es dónde hay que denunciar.
Los votos se cuentan en cada mesa del colegio electoral
.Cuando la votación se cierra a las 8 de la tarde, es ese el momento en que
ante todos los presentes se abren los votos por correo, se cotejan en el censo
electoral y se introduce uno a uno. Seguidamente votan los miembros de la mesa;
finalmente se abren las urnas, y el presidente y los vocales comienzan a contar
los votos bajo la atenta mirada de los apoderados e interventores de todos los
partidos políticos que hayan enviado representación y de todos aquellos
ciudadanos que hayan querido presenciar el escrutinio (cualquier persona puede
ir al colegio a las 19:55 y quedarse al ver el escrutinio: eso sí, las puertas
se cierran así que tendrá que quedarse hasta que termine). Por lo tanto, es
mentira que los votos no estuvieran contados.
Los Representantes de la Administración pasan generalmente
dos o tres veces por los colegios electorales: una para coger los datos de
participación que se darán a las 14h, otra para hacer entrega de la retribución
económica por formar parte de la mesa y una última vez, tras el cierre de urnas
y escrutinio para recoger los datos del mismo. Esos datos se recogen en un Smartphone o Tablet que transmite ipso facto
(como vuestros bulos) a través de la red los datos al centro de control.
Cuando finaliza el escrutinio y las actas están finalizadas,
se firma el resultado por los tres miembros de la mesa; presidente, secretario
y vocal y por todos los interventores acreditados en la misma, pero ante la
mirada de apoderados y todo ciudadano que quiera participar en el recuento.
Seguidamente se rompen las papeletas, repito, ante los ojos
de todos, exceptuando las nulas o reclamadas que, tras haber firmado todos los
miembros de la mesa en ellas, se unen al acta de sesión y se meten en el sobre
con el resto de la documentación, que seguidamente es llevada al juzgado por
presidente de la mesa, escoltado por la policía.
Además, cada uno de los interventores y apoderados que lo
solicite, se lleva una copia de las actas para su partido. En ellas figuran los
votos que han sacado todos y cada uno de los partidos políticos que se
presentan.
¿Fraude? En el sistema electoral no, pero no estoy tan
segura ante el comportamiento de algunos.
El único fraude que ha habido en estas elecciones es el de
no saber asumir la derrota de las urnas, el de ser unos pusilánimes en vez de
unos valientes, el morir emponzoñando sin asumir el qué han hecho mal para
perder más de un millón de votos con relación a las elecciones generales de
diciembre.
Por eso yo les adelanto a dónde han podido ir los votos que
les faltan a algunos y así ya tienen
dónde buscarlos. Yo conozco en mi entorno más cercano a cinco ex votantes de
Podemos que se han quedado en casa. Si sumamos y seguimos entre todos,
enseguida llegamos al millón, y no es de extrañar tras haberse quitado ustedes
el disfraz.
En el pecado va la penitencia, y está claro que a nadie le
gusta perder, y consecuencias de esta situación para arremeter en contra de
amados líderes que un día antes eran poco menos que mesías.
Siempre me referí a ustedes como los que creen que pueden,
pues no iba descaminada. Ahí se han quedado en el intento, y eso ha sido por
defraudar a los que ya estaban defraudados.
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