¡PRESIDENTA, FELICIDADES!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 24 de julio de 2016
Con esto no me estoy adelantando a su onomástica, que por cierto es el próximo martes por lo que también aprovecho la ocasión, y aunque me sumo a la lista interminable de personas que celebran su nombramiento como Presidenta del Congreso de España, mi felicitación va más allá.
Bien es cierto que va a necesitar que le enviemos nuestras mejores intenciones ante el comienzo de esta legislatura, la número XII de nuestra más reciente democracia ya que no va a ser fácil de gestionar, pero por eso la han designado y elegido a ella. Querida Ana, si fuese fácil, lo harían otros.
Cuando conoces a alguien mucho y desde hace mucho, no crean ustedes que es tarea fácil la de definir a esa persona sin caer en la ñoñez, y no pretendo hacer eso, porque a Ana Pastor hay que felicitarla por muchas cosas, pero sobre todo por ser como es.
Lee Hamilton, Director del Center on Congress en de la Universidad de Indiana, y miembro de la Cámara de Representantes de los Estados Unidos de América durante 34 años, ha escrito sobre las cualidades del buen político, y tú las reflejan en su totalidad.
Mr. Hamilton nos cuenta la trascendencia que tienen los políticos en nuestra vida, cuestión no baladí que a veces no parecemos darle mucha cuenta, y sí la tiene, porque los políticos son los que conforman el modelo de sociedad en el que desarrollamos nuestra vida.
Hamilton parecía hablar de ti cuando se dirigía a sus alumnos y les explicaba los atributos personales que deberían de tener los representantes del pueblo para ser miembros efectivos de la institución a la que pertenecen, y hoy día más que nunca, dónde en la mayoría de los casos estas cualidades brillan por su usencia. Evidentemente, este no es el caso de Ana.
Esta Dama de la política, practica la honestidad, la mesura, el consenso, la humildad, la lealtad y la entrega abnegada, compromisos más que demostrados con su jefe y con España; plasmados en todos y cada uno de sus cometidos desde que era médico de pueblo en el ayuntamiento de Creciente allá por los ochenta, hasta hoy siendo la segunda autoridad del Estado elegida por el pueblo.
Pero esto no es todo, ya que los niveles excepcionalmente altos de energía (a veces hasta casi con el don de la ubicuidad, palabras de Fernando Ónega) y la habilidad innata de un pronto enfoque en la gestión de las tareas inmediatas, cualidades que sólo poseen los políticos de nivel; en ella, son cualidades de una cotidianeidad de habitante del Olimpo que combina a la perfección con la cercanía a la gente.
Ana Pastor es así, y estila su proceder diario fuera de focos y de divismos más propios de otras vedettes de la política.
Ana es ese tipo de persona en la que la vocación de servicio alcanza el máximo exponente, y así lo deja reflejado desde el primer momento que quiso participar de la res publica, sin otra meta diaria que echar una mano en contribuir al éxito de su país, y en encontrar maneras de mejorar la vida de sus vecinos y de aquellos que han depositado en ella su confianza para hacerlo.
Hacía tiempo que no veíamos a una persona de raza en la política que aunase opiniones y voluntades como lo ha hecho ella; y me alegra la verdad, porque si en algo todos estamos de acuerdo independientemente de la militancia partidista, es el la práctica unanimidad del acierto de esta señora de la política para dirigir la casa de todos los españoles que es el Congreso de los Diputados.
He intentado ser lo más aséptica en cuanto a sentimientos personales, no sé si lo he conseguido; porque una cosa es la cuestión personal, pero otra el punto de vista profesional que me permite ver como estudiosa y analista de actualidad política, que el nombre de Ana Pastor se escribirá con letra bien grande en la historia de la democracia de España.
Mucha suerte, porque a veces la necesitarás; mucho ánimo, y mucha energía positiva, pero sobre todo mi felicitación por tan merecida encomienda.
De nuevo, ¡Presidenta, Felicidades!.
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