¿DE PEÑA O DE PENA?, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 12 de agosto de 2018
Parece que la tengo
tomada con los dirigentes del consistorio municipal, pero lo cierto es que me
sirven en bandeja todos y cada uno de los desagradables acontecimientos que
ensombrecen las fiestas patronales (provinciales) dedicadas a la advocación de
Nuestra Señora del Refugio Divina Peregrina, comúnmente conocidas por la gente
como “las Peregrinas”, no las “fiestas de verano”, pero año a año permanezco
atónita ante la esquiva de un problema que, una y otra vez, sufrimos cada
sábado de los dos primeros fines de semana de agosto.
Pues es cierto, y la
verdad es que los que mandan en mi ciudad, mi adorada Pontevedra, permanecen
impasibles y haciendo quiebros cuando el problema se va agrandando como una
bola de nieve hacia abajo. Nunca mejor dicho por los acontecimientos en nuestra
Boa Vila.
Otro año más con una
invasión de orines en la zona vieja de Pontevedra, que empezaba el sábado
pasado (sin corridas de toros, por lo que no se puede culpar a las peñas
taurinas), y sumó y siguió ayer noche.
Para contextualizar mi
opinión de este domingo, acudo a la Real Academia Española de la Lengua, en
donde define “peña” como: 1. Corro o grupo de amigos o camaradas; 2. Círculo de
recreo; 3... Grupo de personas que participan conjuntamente en fiestas populares
o en actividades diversas, como apostar, jugar a la lotería, cultivar una
afición, fomentar la admiración a un personaje o equipo deportivo, etc.
Además de la RAE, he
buscado en la tradición a lo largo y ancho de “nuestra piel de toro”, y la
inmensa mayoría de las referencias son a las que apela la tercera acepción, la
del grupo de personas que participan conjuntamente en fiestas populares o en
actividades diversas.
Buscando y buscando,
sólo en Pontevedra me encuentro, otro año más y peor, con los que se reúnen
para beber hasta que no pueden más y embadurnar de porquería todo lugar al que
acuden, increpar y entorpecer el paso a todos los que no son de su “calaña” e
invadir de innumerables desalojos de vejiga campando a sus anchas por la zona
vieja de nuestra linda Pontevedra. Y eso no son peñas.
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiR44l9PpX7HOKJHGAWT7j_ACmTAmU_7h0fm1pM6E6ztJe3NBNnAg7jDuCFa61xdXKZAN5HROvAO-DcBhvGM984e5hEpbMv_yGwhWCwmqrYlUp6N9VK-lJ5i4gNwdt98HHLf9szcM_exwgX/s320/2018030509044738957.jpg)
Precisamente el
panorama que dejan tras de sí estas “agrupaciones juveniles etílicas” es tan impresentable
como desolador, igualmente a ojos de los vecinos como de los turistas que nos
visitan en estas fechas, los cuales dejan de hacerlo cada año en mayor número ,
hartos de borracheras, peleas y demás comportamientos anormales de estas mal
llamadas peñas, las cuales ensombrecen y embadurnan del más lamentable de los
ascos a la ciudad, con pérdidas de hasta el 90% en nuestro sector hostelero con
los crecientes comas etílicos, con las no pocas detenciones por disturbios y
las atenciones del 112 a los transeúntes que resbalan en tan inmundo suelo.
Para que no piensen que
mi opinión es sesgada, les diré que sigo perteneciendo a una peña desde que
tenía 19 años, y aunque ahora yo no vaya a los toros, (esa es una decisión personal
y cuestión tratable otro día), no puedo consentir que se escriban barbaridades
sobre las peñas taurinas, culpándolas de todo esto que estoy describiendo en
este artículo de opinión.
Las peñas taurinas de
Pontevedra, tanto las federadas en la Coordinadora, como las que acuden por su
cuenta, no son las culpables del infierno de basura, comas etílicos, peleas y
disturbios que existen cada uno de los dos primeros fines de semana de agosto
de Pontevedra. Las culpables son las “agrupaciones juveniles etílicas” que necesitan
de una urgente incursión en sus actividades, no pocas veces delictivas por
parte de las autoridades locales.
No sé qué parte de la
afirmación de “no se debe permitir el botellón”, no entienden los que mandan en
el ayuntamiento, la verdad es que no me cabe en la cabeza cómo se sigue
permitiendo esto, a sabiendas que la inmensa multitud de hordas que invaden el
casco viejo son además son menores de edad.
A ojos de algunos puedo
parecer retrógrada e intransigente, pero nada más lejos de ello, los que me
conocen saben que tengo la mentalidad muy amplia y estoy abierta a muchas
prácticas sociales no entendidas por otros tantos, pero a este cúmulo de
despropósitos, mezcla de orines, escándalo y suciedad, ¡no!
Si de mí dependiese, el
año que viene no aparecía ni un sujeto de ese tipo campando por nuestra ciudad.
Pero como no es el caso, y soy consciente que el concello no van a hacer absolutamente
nada al respecto, les voy a brindar una posible solución al problema.
¿Por qué no les
organizan algo interesante en el recinto ferial de Pontevedra? Así, muchos
vecinos como yo, podríamos pasear y disfrutar en paz de esta maravillosa ciudad
en fiestas, al tiempo que nuestros hosteleros verían hecho realidad su agosto
(como se merecen), y las peñas que quieran ir a los toros que vayan.
Apunten la aportación,
mandatarios municipales, y para que no sea demasiado el coste, den cobijo a los
menores avisando a sus progenitores, que previo pago de una “aportación al erario
público por las molestias causadas”, les recojan y los lleven a donde tienen
que estar, en su casa.
Dejen en paz a las
peñas tradicionales y a la coordinadora sin culparlos de lo que no son
culpables, y a los demás permítannos disfrutar del ocio que es de nuestra
propiedad, de la de todos, sin trifulcas, “pises” y demás despropósitos.
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