"TRAMPOCRACIA" artículo publicado en Diario de Pontevedra el 16 de septiembre de 2018
Este domingo voy a tirar del conocimiento de los clásicos que en esto de la política aun con sus sombras propias de la época, eran muy sabios.
Traigo hoy a colación el
libro 3 del más grande tratado político de todos los tiempos, “La Política” de Aristóteles,
en donde el filósofo estagirita expone sus teorías referenciales “del Estado y
del ciudadano”, y tras el estudio de más de 158 constituciones al describirlas
y enjuiciarlas en base a los principios comunes, consideró que las formas de
gobierno se podían agrupar en dos categorías.
Por un lado, las denominadas formas Puras o Perfectas, a saber, la Monarquía, la Aristocracia y la Democracia. Por otro lado, las conocidas como Formas Impuras, es decir, la Tiranía, la Oligarquía y la Demagogia. Producto estas últimas de la degeneración de las primeras.
Que en España se
gobierna a través de la Democracia, no hay duda; pero llegado este punto y hora
no exento de esperpento, me planteo si se trata más de una manera de Demagogia (que
es muy posible) o de algo sin calificativo hasta el momento que, para
introducir algo de humor en esta tragedia, podría acuñarse como “Trampocracia”.
La “Trampocracia”, por eso de las tretas, fullerías, añagazas y martingalas que la acompañan, podría denominarse a esa forma de gobierno en donde para obtener o conservar el poder a toda costa, se inunda de fraudes y engañifas, tanto la ineptitud de los que ansían el poder, como la manera de llegar al mismo; hastiando así hasta límites insospechables a los votantes que se sienten estafados en uno de sus derechos y una de sus libertades más puras e inalienables y de su propiedad, como lo es el derecho a decidir quién le gobierna.
El pasado jueves se atisbaban algunas cargas de fusilería, pero fue el viernes 14 cuando España estuvo en el punto de mira del mundo entero a través de los titulares de los periódicos más destacados de alrededor del Globo con el presunto plagio de la tesis del presidente del Gobierno.
Másteres “del universo”
y cursos de postgrado en riesgo de certeza aparte las tesis doctorales son una
cosa muy, pero que muy seria; y créanme porque a mí me está costando años (debo
ser muy lerda por no hacerla en 6 meses), y no poco sacrificio diario, ya que
he vuelto a retomarla en la Facultad de Derecho de la Universidad de La Coruña,
por si hay dudas.
Y así lo manifiesto, ya que el mío no es un “currículo Guadiana” como el del abridor de la caja de los truenos, el señor Rivera, que en menudo jardín se ha metido el solo, y desde luego con muy poca vergüenza. Desde aquí le explico que no es lo mismo Doctorado que Doctorando, y de una forma más suave que la que le hubiera conferido de compartir escaño con usted el gran Camilo José Cela, que sabía muchos y más ejemplos para diferenciar un participio de un gerundio.
Y así lo manifiesto, ya que el mío no es un “currículo Guadiana” como el del abridor de la caja de los truenos, el señor Rivera, que en menudo jardín se ha metido el solo, y desde luego con muy poca vergüenza. Desde aquí le explico que no es lo mismo Doctorado que Doctorando, y de una forma más suave que la que le hubiera conferido de compartir escaño con usted el gran Camilo José Cela, que sabía muchos y más ejemplos para diferenciar un participio de un gerundio.
El procedimiento y la normativa que rigen la elaboración y presentación de las tesis doctorales no son cualquier cosa, empezando por ley Orgánica 4/2007, de 12 de abril, donde “se define la estructura de las enseñanzas universitarias en tres ciclos: Grado, Máster y Doctorado; el Real Decreto 99/2011, de 28 de enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado (no sigo para no aburrirlos). Añado que existen herramientas informáticas que posibilitan averiguar si en los textos de estas hay plagio o no, y que desde 1976 contamos con una base de datos pública, TESEO, para consultar todas las tesis doctorales defendidas; aunque el Doctor Sánchez ha subido la suya hace unos días.
Sin defender el plagio,
si hemos de asumir que siempre ha existido, ahí tenemos la Eneida de Virgilio
que “fusila” la Ilíada de Homero, o el 66% de la obra de Shakespeare en donde
el universal escritor tiró de clásicos y contemporáneos. Pero ni eran tesis
doctorales, ni el caso de Pedro Sánchez.
No voy a pormenorizar sobre esta cuestión ya que en estos días se han escrito ríos de tinta y millones de bites. Pero si realmente apunta a lo que reafirman distintos medios de comunicación, no hay otro camino, asumir la responsabilidad y convocar nuevas elecciones; cuestión por la que abogaba Sánchez al tiempo que maniobraba lejos de luz y taquígrafos, preparando la moción de censura a Rajoy, que, aunque legal en nuestro ordenamiento jurídico de moral tiene poco, como lo de su tesis doctoral, presuntamente.
No voy a pormenorizar sobre esta cuestión ya que en estos días se han escrito ríos de tinta y millones de bites. Pero si realmente apunta a lo que reafirman distintos medios de comunicación, no hay otro camino, asumir la responsabilidad y convocar nuevas elecciones; cuestión por la que abogaba Sánchez al tiempo que maniobraba lejos de luz y taquígrafos, preparando la moción de censura a Rajoy, que, aunque legal en nuestro ordenamiento jurídico de moral tiene poco, como lo de su tesis doctoral, presuntamente.
Permanezcamos
expectantes porque esto no acaba aquí, y esperemos que la melena de Pablo
Iglesias no esté plagada de extensiones; aunque no sería ésta sino una historia
más dentro de lo que podríamos llamar la “Trampocracia”.
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