" APRENDER A VOLAR", artículo publicado en Diario de Pontvedra el 27 de enero de 2019
En
una de las varias entrevistas de un libro que estoy
escribiendo sobre mujeres que han contribuido a construir Pontevedra, una de
ellas me contaba que uno de sus sueños sería “volar”, y que quizá alguna vez
pudiese pasar, ya que los humanos nadamos y buceamos, como si fuéramos peces.
Esta
semana me vino a la mente la necesidad de hacer real el sueño de mi amiga, ya
que lo que está pasando en Pontevedra no
sé cómo referenciarlo, porque de seguir así habrá que plantearse la
materialización de esta quimera que me contaba la entrevistada, ya que visto lo
visto, todas y cada una de las personas que vivimos en esta ciudad (ya no
digamos los que vienen a visitarnos, a hacer sus compras y así a contribuir al
desarrollo económico de la misma), deberíamos aprender a volar.
Una
cosa es la recomendación de la Organización Mundial de la Salud cuando propugna
unas ciudades transitables, ya que la falta de ejercicio es uno de los mayores
problemas de salud en el mundo, mayor incluso que el tabaco hace dos décadas; y
por ello caminar, es sostenible en todos los sentidos.
Les
confieso que el diseño del “metro minuto” de Pontevedra es una buena idea, pero
lo que ya no lo es tanto, es la excesiva peatonalización de la ciudad, así como
la reducción de a un solo carril en las principales arterias de entrada y
salida de la misma como lo son las calles de Eduardo Pondal y la avenida de
Vigo, por ejemplo; y si a ello unimos la circulación de camiones que vacían
contenedores de basura a horas punta en ambas, nuestra urbe se convierte en una
trampa ratonera para todas aquellas personas que acuden a las estaciones de
autobús y tren para ir a trabajar, con el correspondiente peligro de perder su
viaje. Créanme porque yo lo he sufrido en primera persona.
Vamos
a ver, peatonalizar los centros urbanos de las ciudades ha sido una cuestión de
tiempo. Cuanto antes se hiciese mejor, ya que priorizar a los viandantes en los
centros urbanos significa poner a las personas por delante de los coches. Por
un lado, implica reconquistar el disfrute del paseo al tiempo que facilita la
seguridad de quienes caminan por la ciudad. Por otro, supone facilitar y
fomentar el ejercicio físico, rebajar la velocidad de la circulación y
aumentar, en consecuencia, la calidad de vida de los vecinos y de los
visitantes que recibimos.
Hay
muchos ejemplos, como el de Nueva York, en donde convirtieron la avenida de
Broadway en una calle peatonal para mejorar la ciudad, para menguar los
accidentes de tráfico y para respirar aire más puro y así recuperar el pulmón
verde que significa Central Park. Casos análogos se produjeron en Melbourne,
Sidney o Copenhague para desplazar los coches del centro. En Alemania, en
ciudades como en Passau y Nüremberg, y Münich el casco histórico es
inexplorable para los coches, lo he vivido; así como en Londres, no es nada
fácil circular con un vehículo por el centro.
Hace
nada en Madrid han propuesto la restricción de tráfico en la calle más
importante en cuanto a circulación tiene la Gran Vía, aunque aquí parecen no
haber acertado ya que es un caos.
Pero
con todos mis respetos y el cariño más entrañable para la ciudad que me ha
visto nacer y a la que adoro, Pontevedra, dista mucho de las dimensiones de
todas y cada una de las que he citado, bien porque las conozca o porque me
hubiese documentado e informado sobre ellas. Por todo ello, me parece más que
inapropiado y descabellado lo que este gobierno municipal está haciendo, una
cosa es peatonalizar el centro, otra muy distinta atrofiar la ciudad, lo que
conlleva consecuencias irreversibles para el desarrollo económico de la misma
en donde el comercio, que era un acicate de desarrollo y riqueza, lo están
aniquilando.
“¡Qué bonita está Pontevedra para pasear!”,
me dicen las personas que la visitan, y están en lo cierto; pero que fea ha
quedado sin su pavimento original, “desvalijado” con “nocturnidad y malas
mañas” que en más de una ocasión ya he dejado constancia en mis escritos e
intervenciones, ya que, sin él, Pontevedra ha perdido la oportunidad de ser
ciudad Patrimonio de la Humanidad, ahí es nada. Lo que me pregunto muchas veces
es, ¿qué daño hacían aquellas calzadas medievales,? cuyas piedras no sé dónde
estarán, las mismas sobre las que jugaba de niña en la calle San Román, y
plazas aledañas, así como las catalpas de la plaza de la Verdura que nos hacían
soñar a muchos niños, porque si el resultado era peatonalizar, hubiesen quedado
como un tesoro, un referente de la historia de nuestra ciudad, patrimonio a
conservar y a poner en valor. En fin …
Pues
ahora, por si no tuviésemos suficiente, se les ocurre peatonalizar la calle
Benito Corbal, eso sí, en tiempo récord de cuatro meses no vayan a afectar el
voto en las elecciones municipales. A ver si los pontevedreses despertamos de
una vez, y nos revolvemos, ya que esto no tiene ni pies ni cabeza, y no nos lo
merecemos ni los vecinos, ni los que vienen a comprar, que, dicho sea de paso,
cada vez son menos, ya que desde el consistorio municipal no hacen más que
poner trabas para entrar, vivir y salir de Pontevedra, y esto no es una
cuestión baladí ni broma alguna.
La
peatonalización fuera de toda racionalidad hace brillar a nuestra ciudad como
un “fuego fatuo”, como todos esos premios “conseguidos” que reflejan todo lo
contrario a lo que está ocurriendo en nuestro ayuntamiento; como la necesidad
acuciante de la recuperación del empleo y la promoción económica más que
necesaria para Pontevedra.
Comentarios
Publicar un comentario