¡LINDA GRETA!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 29 de septiembre de 2019
Un
glaciar está al punto del colapso en el Mont Blanc; un trozo gigantesco de
hielo en peligro de desprendimiento instantáneo en la cumbre del Everest; si
nos llega a decir alguien hace más menos 5 años que en el verano de 2019 en
Alaska se alcanzarían 35 grados, (como así ocurrió), le hubiéramos tachado de
loco; por no olvida el tórrido verano que han sufrido en las zonas más septentrionales
de Europa, la descongelación de los polos y la merma “a pasos agigantados” de
muchas especies animales como la del precioso oso polar. Pero no tenemos que ir
tan lejos, ya que hace nada, España sufría el fenómeno “DANA”, produciendo
lluvias diluvianas con las consiguientes inundaciones y la pérdida de todo lo
que arrasaron a su paso.
Estos
son algunos de los ejemplos que nos tienen que hacer reflexionar a todos, y
cuando digo a todos, me refiero, y para empezar, a los cabezas de gobierno de
cada uno de los países de este planeta llamado Tierra, al que tenemos que
cuidar si queremos seguir viviendo en él.
Este
pasado viernes 27 de septiembre millones de personas se lanzaron a la calle a
favor de cuidar el planeta y para remover conciencias ante esta imperante
necesidad. La movilización ha sido de tal calibre que ha eclipsado “el día
Internacional del Turismo”; y lo hacía por la mañana con una huelga estudiantil
(la llamada “Huelga Mundial del Clima”), y por la tarde con manifestaciones
masivas en la práctica totalidad de los países.
El objetivo de esta protesta es más que necesario, porque alzar nuestras voces al unísono a lo largo y ancho del planeta para obligar y concienciar ante el cambio climático y sus repercusiones devastadoras sobre la faz de la Tierra; porque es urgente, ineludible, imperioso y de inaplazable obligatoriedad.
Pero
oteando y leyendo todo lo que pude a través de distintos periódicos (incluidas
las más destacadas editoriales del mundo), me llamó la atención la iniciativa
propagandística, que de nuevo utiliza a los estudiantes como colectivo principal
para ejercer la protesta, enfatizando en la figura de una joven, que cuanto
todo empezaba en su Suecia natal, simplemente tenía 15 años.
No me malinterpreten, pero veo una peligrosa actuación el inducir a los jóvenes a una huelga escolar, con el objetivo de seguir sacando rédito a la intervención de la mundialmente conocida Greta Thunberg en la Cumbre de Acción Climática organizada el pasado día 23 de septiembre en la sede de Naciones Unidas en Nueva York, a donde llegaba con una expectación sin precedentes, tras haber surcado el océano Atlántico en un velero “ecológico” propiedad de Pierre Casiraghi (hijo de la princesa Carolina de Mónaco).
Dicho sea de paso que suscribo todas y cada una de las palabras de esta chica que tiene 6.300.000 seguidores en Instagram, (¡ahí es nada!) dijo en la sede de Naciones Unidas, aunque no la de la perenne pancarta que acompañaba las “sentadas” semanales ante el Parlamento de Suecia; ya que me preocupa, y mucho, las consecuencias que le sobrevendrán a Greta por algo que ella dijo en una parte de su intervención, dónde aludía específicamente a que ella no debería de estar allí, que dónde debería de estar era en su colegio al otro lado del océano.
Pues
efectivamente, lo que no sé es cómo se le ha consentido y aplaudido a una joven
el decidir dejar el colegio y
manifestarse hasta las nuevas elecciones de su país el pasado septiembre de
2018, institucionalizando esa desobediencia a la escolarización obligatoria,
por mucha razón que tenga en reivindicar que la Tierra se está muriendo y que algo
y a la de ¡ya! debemos hacer.
Pero
si esto me preocupa (porque sigue sin aparecer por las aulas y explicaba el
martes que aún le quedan al menos 8 meses de periplo) aún más quién está detrás
de ella; porque soy de las personas que piensa que “el fin no justifica los
medios”, y menos a través del “uso” (y perdónenme esta expresión) de la persona
y de la imagen de una menor, enfatizando, no en pocas ocasiones su trastorno de
Asperger. Esto no va bien ya que la integración de cualquier persona con la
patología que sea, precisamente no pasa por la acentuación de nada de ello,
sino de normalizar su actuación sin ponerle etiquetas. Me parece injusto y
espantoso lo que “alguienes”, “no se quienes” están haciendo con Greta; ya que una que ya
peina canas, está harta de líderes espontáneos, de sindicatos de estudiantes, y
agrupaciones varias, que sin saber su origen y su apoyo, consiguen
movilizaciones gigantescas.
Soy
de los que piensan que para concienciar en este tema a los jóvenes y a todas
las personas que no lo somos tanto, existen vías múltiples; comenzando con la
práctica que vivimos día a día, y lo que aprendemos en casa y en las distintas
etapas de educación en los centros de estudio a lo largo de la vida.
Recibir
una educación ecológica es una cuestión que me parece importantísima, porque yo
la estoy recibiendo desde hace algún tiempo, ya que tengo en mi familia a una
activista de la ecología y el animalismo que está educando a sus hijos en esa
línea, y de paso a mí y a mi núcleo más cercano. ¿Quién me iba a decir que
aprendería a reciclar el aceite con el que cocino y transformarlo de manera
natural en suavizante para la ropa?, (increíble pero cierto). ¿Quién me iba a
decir a mí que llevaría en el bolso bolsas de la compra de tela o de material
reciclable, a separar el cartón del vidrio y de la basura orgánica?, y lo de
llevar recipientes reutilizables de casa para la carne, el pescado y el fiambre
que compro en las tiendas o supermercados?, pues ¡sí! .
Las
manifestaciones no están nada mal, pero cambiar nuestros hábitos de vida diarios
a favor de la conservación del planeta es lo que realmente vale, porque un
gesto momentáneo se puede convertir en más de 7.500.000.000 y si eso se
multiplica por hora y día… fíjense ustedes.
Pero
de nuevo caemos en trampas mediáticas como la que están montando alrededor de
la imagen de una menor desescolarizada intentando salvar el mundo, cuando creo que la que te deberías salvar de ese mundo eres
tú, ¡linda Greta!
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