LAS REGLAS DEL JUEGO, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 24 de septiembre de 2017
Recuerdo
con un sabor agridulce los juegos de mi época infantil.
Por un
lado, con la nostalgia propia de una etapa en la que fui muy feliz y que ya no
volverá, pero por otro que es el más importante, rememoro el importante
aprendizaje a través de los juegos. Porque cuando uno gana todo es más
sencillo; pero cuando uno pierde, es ese el momento en el que hay que demostrar
que clase de persona se es, y no pensar que los que han obtenido el triunfo son
unos tiranos. Me refiero a un juego limpio, sin trampas, evidentemente.
Aceptar las
reglas de cada juego implica una responsabilidad, no se pueden cambiar si la
cosa no va como tú quieres, y menos adecuar las pautas de actuación con engaños
y malas tretas, según el capricho de cada uno. Los que hacen eso sí son unos
tiranos. En caso necesario de modificación o cambio, hay que hacerlo entre todos.
Recuerdo
pasear con mi abuela, y aprovechándome de su debilidad por mí, cuando la
conducía a diversas jugueterías. Me viene a la cabeza la que estaba, en las
entonces únicas galerías Oliva, la juguetería de Askal, de unos amigos de ella.
Me acuerdo
de la espada láser de Star Wars que me compró. Con ella me imaginaba
combatiendo el mal en la galaxia frente a Lord Wader; pero ese sólo era juego
para uno, y esos no me gustaban tanto.
Cosa
distinta cuando conseguí aquellos tan famosos Juegos Reunidos Geyper, que
disfruté con mis amigos hasta que se rompieron por viejos. En estos sí que
había que aceptar las reglas.
En esas
partidas lúdicas como en otras muchas, a veces aparecía algún listillo que con
sus tretas, sus trampas y su mal perder no hacía otra cosa que sembrar dudas
entre los que menos conocían esas reglas, y aprovechando la ocasión para ir
alimentando un clima de cabreo generalizado, que a veces acababa en gresca.
Pues bien,
aunque la cosa pública no es un juego, también tiene sus reglas.
Esas reglas
que nos han venido dadas por el consenso de los que nos precedieron en la vida,
y al igual que aquellos prospectos que nos llegaban con el embalaje de cada
juego con las indicaciones pertinentes, deben ser aceptadas por todos los
participantes que, libremente han querido ser un miembro más en la partida.
Como
demócrata que soy, no de Twitter ni de Facebook, si no de mi proceder en la
vida, no puedo sentir más que vergüenza e impotencia por lo que están haciendo
una pandilla de descerebrados especialmente en Cataluña.
Señores,
nadie les obligó a entrar a formar parte del juego democrático que representa
el devenir diario de un país al que pertenecen, España, que tiene una Ley de
leyes, que es la Constitución Española, y una separación de poderes que
garante, precisamente, el cumplimiento de unas reglas básicas del juego entre
personas que odiamos las dictaduras.
Deben tener
claro que una vez que aceptas participar en un sistema, no debes hacer lo que
te da la gana, y mucho menos confundir a la gente con consignas que, siendo una
falacia, a base de aleccionarlos y repetírselas hasta la saciedad, lo único que
buscan es la ofuscación del pueblo para manejarlo a su antojo.
Sinceramente
no tenía pensado escribir hoy sobre este cansino tema, pero la verdad al haber
leído barbaridades tales como que “están deteniendo a gente sin orden
judicial”, “que están deteniendo a gente por expresar libremente sus ideas”,
“que estas detenciones son un ataque a la democracia y a la libertad de
expresión”, u otras lindezas tales como “Cataluña está siendo atacada por un
Estado totalitario”, “la Guardia Civil está actuando contra Cataluña”.
Ya está
bien de tanta demagogia y tanta estupidez, aquí solo hay dos posibilidades, o
ustedes están como verdaderas cabras, o son unos delincuentes que no cumplen la
ley; en ambos casos hay que tomar medidas para mantener el orden público, y lo
que es más importante, garantizar la vida en libertad y democracia de sus
vecinos y de todos los españoles.
Porque
miren, la Guardia Civil, en sus funciones de policía judicial, sigue las
órdenes del juzgado nº 13 de Barcelona y de otros jueces y tribunales. Las
detenciones de algunos funcionarios y
altos cargos públicos se han efectuado por sus acciones delictivas, no por sus
ideas. Estas detenciones son la consecuencia jurídica, esperada, lógica y
prevista por el ordenamiento jurídico en caso de su incumplimiento.
Y no se
actúa contra Cataluña, sino contra unas personas que cometen ilegalidades,
contra un Gobierno autonómico que ha dejado de representar a todos los
catalanes para representar sólo a la minoría que quiere la independencia.
Y señores,
España no es un Estado totalitario, sino un Estado social y democrático de
derecho que, con sus carencias y defectos, se somete al ordenamiento jurídico
en su actuación. Por el contrario, la actuación totalitaria que es aquella que
no se somete a la ley, y es lo que se ha venido desarrollando desde hace tiempo
en el Parlamento Catalán y en la Generalitat.
Y en lo que
respecta a la Guardia Civil, que viendo las imágenes de lo que algunos les
están haciendo deben ser santos porque ¡vaya paciencia la suya!, no actúa por
antojo, lo hace siguiendo las órdenes de los jueces.
Esto es lo
que ocurre cuando un tramposo se salta las reglas del juego, entonces no se le
puede dejar que continúe la partida.
Este pasado
viernes, el ministro de Asuntos Exteriores del Gobierno de España Alfredo Dastis
manifestaba ante la asamblea de Naciones unidas que, “cualquier desafío a las reglas del juego democrático tendrá la
respuesta de los poderes públicos que tendrán que garantizar la seguridad, los
derechos y libertades de todos los ciudadanos”.
Pues así
es, y no se puede tildar de atentado a la democracia la actuación ni del
Gobierno de España ni de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, eso es
lo que tienen que hacer; cosa distinta es el proceder de los insensatos
gobernantes catalanes y sus palmeros, partidarios de la secesión de una parte
de España que es una e indisoluble ante la Ley pactada y votada por todo el
conjunto de los españoles.
Como
demócrata me duele lo que está pasando cuando me insultan, porque eso es
lo están haciendo conmigo y con toda la
ciudadanía española, esa pandilla de malandrines que están “montando” la gresca
en Cataluña.
Pero he de confesarles
que lo que más me duele, aún si cabe, es que muchos miembros del gobierno de mi
ciudad de Pontevedra, jaleen a esos mentecatos y delincuentes, y lo hagan con
las más descabelladas mentiras a través de las redes sociales o declaraciones
de lo más fuera de tono, que cualquiera un poco leído, ya
no digo conocedor de la Ley, se echaría las manos a la cabeza.
Señoras y
señores independentistas catalanes y nacionalistas aprovechados de otras partes
de España, dejen de protagonizar esa película de ciencia ficción, dejen ya de
hacer de trileros, y abandonen las trampas y los embustes.
Ustedes
libremente han querido formar parte de un sistema democrático, del cual hay que
respetar lo que en libertad hemos acordado entre todos y que es el cuerpo de la
Ley, o lo que es lo mismo, las reglas del juego.
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