¡HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO!, artículo publicado en Diario de Pontevedra el 24 de febrero de 2019
Últimamente la brecha
salarial de género se ha convertido en un tema de conversación sobre el que
todo el mundo se presenta como conocedor de este, algo
así como el fútbol.
Antes de seguir con la
cuestión y, más allá de la conceptualización del término en el que coexiste un
trasfondo tan social, como económico, creo que deberíamos hacernos estas
preguntas; ¿Está el trabajo de las mujeres igualmente valorado que el de los
hombres? ¿De qué estamos hablando?, ¿Cómo afecta a las mujeres? ¿Cómo afecta a
la economía? ¿Por qué en pleno siglo XXI, donde todo discurre a velocidad de vértigo,
la brecha salarial no desaparece en esa misma progresión?
Todas ellas tienen un
denominador común como respuesta, y este pasado viernes día 22 de febrero, “Día
Internacional de la Igualdad en el Salario entre Hombres y Mujeres”, la
contestación venía dada por un informe de la OIT, en donde figuraba que las
mujeres tendremos que esperar 71 años para cobrar lo mismo por el mismo trabajo
que los hombres. Ahí es nada.
Precisamente la brecha
salarial no reside en la simplicidad de una menor retribución salarial de una
mujer frente a un hombre, ¡no!, la triste realidad estriba en una serie de
factores, de los que he destacado estos que a continuación les cito, aunque son
muchos más.
En primer lugar, pongo
como ejemplo los cargos directivos y de supervisión que están ocupados en su
inmensa mayoría por hombres; siendo este un problema que ocurre en todos los
sectores, lo que provoca ascensos y mayores salarios para ellos. Y añado un
tremendo dato, la tendencia de mujeres en puestos directivos llega a lo más
alto con un 6,3%.
En segundo lugar, y
aunque se ha avanzado bastante en ello, siguen siendo las mujeres las
encargadas de importantes tareas no remuneradas, como los quehaceres domésticos
y el cuidado de niños, dependientes o mayores. Los hombres trabajadores dedican
una media de 9 semanales a actividades no remuneradas domésticas y de cuidado
de otras personas, mientras que las mujeres trabajadoras destinan a dichas
actividades 22 horas a la semana, es decir, prácticamente 4 al día. En el
mercado laboral esto implica que una de cada tres mujeres reduce el número de
horas remuneradas hasta una jornada parcial, mientras que solo uno de cada diez
hombres hace lo mismo.
En esta misma línea,
las mujeres suelen pasar más tiempo fuera del mercado laboral que los hombres.
Estas interrupciones en su carrera no solo afectan a su remuneración por hora,
sino también a sus futuros ingresos y pensiones.
Para completar un breve
elenco de causalidades que alimentan la brecha salarial, quiero añadir la
segregación en la enseñanza y el mercado laboral, lo que significa que, en
ciertos sectores y profesiones las mujeres están sobrerrepresentadas, mientras
que en otros son los hombres quienes lo están; y en algunos países las
profesiones desempeñadas principalmente por mujeres, como la enseñanza o las
ventas, están asociadas a ingresos menores que las profesiones ejercidas
principalmente por hombres, incluso cuando se requiere el mismo nivel de
experiencia y educación.
La discriminación
salarial directa, aunque ilegal, sigue agrandando la brecha salarial de género,
aunque sobre esta cuestión la labor de la Inspección de Trabajo cada año mejora
exponencialmente, como no podría ser de otra manera.
La igualdad de género
es uno de los valores fundamentales de la UE, sin embargo, no es una realidad
en el trabajo. Las mujeres de la Unión Europea ingresan de media un 16,2% menos
que los hombres. En España esa cifra es de 14,2% (cuatro puntos menos que en
2012), y superando con nota su posición sobre países con las mayores brechas
salariales de género como Estonia (25,3%), Chequia (21,8 %), Alemania (21,5 %),
el Reino Unido (21 %) y Austria (20,1%) (fuente Eurostat 2016).
En Galicia según
Encuesta Anual de Estructura Salarial (INE 2016), tomando como variables el
coste/hora por sexo y sectores de actividad, tenemos el resultado que el hombre
cobra 14,42€, mientras la mujer 12,23€ ¡No es justo!
Galicia se está
avanzando en este tema, como por ejemplo el estudio específico sobre la brecha
salarial en Galicia con la Universidad de Vigo, o la reciente guía sobre la
guía de negociación colectiva, en igualdad de género. Programas como “Emprega
en Feminino” con bonificaciones para la contratación de mujeres; “Emprega
Muller” que apoya al tiempo la contratación y la formación; programas
integrados de empleo femeninos, combinando orientación, formación y prácticas; así
como ayudas para implementar planes de Responsabilidad Social Empresarial e
Igualdad y a la flexibilidad laboral en PYMES; la implantación de las materias
de Igualdad de Género, en 1º y 2º de la ESO, y en 1º de bachillerato; además de los bonos Concilia y Cuidado, las Casas
Niño, el aumento de plazas públicas en guarderías, ayudas para el cuidado de
mayores y dependientes, etc. Todas ellas y muchas más incluidas en el I Plan
Galego de Conciliación e Corresponsabilidade, 2018-2021. No está nada mal,
aunque siempre quedan cosas por hacer.
Está claro que brecha
salarial de género es una tacha en el devenir diario laboral a lo ancho y largo
del mundo; pero debemos acelerar su desaparición, y hacerlo de la mano los gobiernos, las organizaciones
empresariales y sindicales, las entidades privadas, y la sociedad en general,
para trabajar con el único objetivo de adaptarnos a esta NUEVA ORGANIZACIÓN
SOCIAL en la que tiene que ser más fácil el poder armonizar la vida privada y
profesional y hacer un uso racional de los tiempos, sin distinciones por género,
porque así debe ser, y ¡porque hasta aquí hemos llegado!
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