LO BARATO SALE CARO, artículo publicado en el Diario de Pontevedra el día 9 de noviembre de 2014


Llevo más de 20 años trabajando en la investigación social y electoral, y llegado este momento creo que debo escribir sobre una cuestión que me plantearon este mismo miércoles cuando se conoció el avance de la encuesta de CIS, (Centro de Investigaciones Sociológicas). La pregunta fue la siguiente, ¿son fiables las encuestas?.

En más de una ocasión, cualquiera de nosotros ha oído a un político, todo lleno de razón, diciendo que la única encuesta que vale es la del día de las elecciones. Pues me voy a permitir el lujo de corregir a esos elementos que ridiculizan las encuestas cuando no pueden vivir sin ellas, y yo les digo, “señores, el día de las elecciones son resultados reales, no estimaciones producto de una investigación social”, aunque ellos eso deberían de saberlo, es más lo saben pero hay que hacer la gracia … gracia que, por otro lado, a los profesionales de la investigación social no nos hace ninguna.


Antes de continuar también quiero dejar constancia el muy alto nivel de intrusismo profesional que sufre la investigación social, lo que no tiene calificación posible y porque, señoras y señores, así como yo no me encuentro capacitada para poner una inyección, los que no se dediquen a la investigación social, por favor absténganse de hacer chapuzas, porque así ocurre lo que ocurre con los resultados de las encuestas y al final, por desconocimiento, nos meten a todos en el mismo saco.

Pues bien, las encuestas, como instrumento de recopilación de información dentro de una investigación social nunca fallan, otra cosa es un “conato” de estudio en dónde prima el negocio y la necesidad de redireccionar o no, una opinión o información sensacionalista, me explico.

Las encuestas que se hacen en la de la mayoría de las empresas de opinión (más que de investigación), como la hecha por Metroscopia la pasada semana,(aunque pudiera haber sido cualquier otra empresa), no tienen la fiabilidad que se les concede. Este tipo de trabajos tienen un coste mínimo y, tenemos que reconocer que a los buenos profesionales hay que pagarles; están hechos en un período de tiempo récord, lo que nos da una fotografía de ese único momento; su cuestionario es excesivamente breve, por lo que se centra en un único tema,con pocas posibilidades de respuesta, lo que acota el campo de variables a tener en cuenta para su posterior análisis estadístico y si a esto le unimos que, la recopilación de la información es telefónica, ello reduce la veracidad de los datos y aunque nos parezca mentira, además acota mucho el universo al que va dirigida la encuesta, es decir, solo los que tienen teléfono; y ya para finalizar, tener en cuenta que, aunque no todas, si muchas de ellas van al gusto del cliente que las paga.

Este tipo de encuestas se hacen cuando realmente interesa una tema específico, de una forma muy puntual para procurar disfrazar con una “base científico-estadística” a la cuestión “estadística”; con el objetivo ulterior de hacer todo tipo de “análisis” de opinión y cubrir espacios en los medios de comunicación, eso sí, casi nunca por verdaderos expertos en Ciencias Sociales

Paso ahora a explicar otra encuesta que vio la luz esta semana, la del CIS.

Esta encuesta que es conocida como barómetro, se hace con una periodicidad mensual, normalmente los primeros quince días del mes. La muestra es mayor, 2.500 personas y, suele ser un fiel reflejo del censo electoral en cuanto a variables como el sexo, la edad, la ubicación geográfica y el tamaño de hábitat. La encuesta es presencial, en el hogar del entrevistado por lo que, cuando alguien te da el consentimiento para hablar sobre un tema y en el salón de su casa la información que se recopila no es la misma que por teléfono. Sigamos, en cuanto a la extensión del cuestionario este es importante y junto con los temas de interés general suelen añadir preguntas que, en cada estudio son distintas y, por ende la información que resulta de interés, es mucho más en cantidad y calidad. El desarrollo de estos estudios suelen desarrollarse a lo largo de una semana, tiempo suficiente para hacer un retrato momentáneo de un tema de interés pero que no se ciñe a la opinión “sesgada” de un par de días.

A todo ésto hay que añadir la labor de un coordinador por provincia, de un equipo de inspectores que se encargan de verificar la realización de la encuesta,(nunca la identidad el individuo eso no importa, pero si la realidad de la existencia de la persona a la que se entrevistó), de su coste que, es infinitamente mayor; que no se prepara al gusto del consumidor al ser un organismo público (al menos no debería y yo he trabajado allí y puedo dar fe de los extraordinarios profesionales y su independencia) y que se realiza de forma continua a lo largo del año (bueno, excepto en el mes de agosto). Por ello podemos decir que es un tipo de encuesta con toda la garantía de resultado.


La estadística aplicada a las ciencias sociales nos permite así, analizar y medir las tendencias de la existente pero a la vez abstracta opinión que de un tema o temas concretos, tienen las unidades últimas de selección muestral, es decir los individuos que son seleccionados para ser entrevistados. Y llegado a este punto, hablemos aquí también con propiedad y desterremos la confusión; por favor no digáis nunca cosas como la siguiente: “la encuesta consta de 2.500 muestras”; no señores, la muestra es una y las unidades muestrales seleccionadas, en este caso son 2.500.

Podemos concluir con la siguiente afirmación, las encuestas bien hechas, son fruto de la combinación de expertos, tiempo y coste y que sí, son certeras cuando de forma científica y profesional se diseñan para hacer esa fotografía estadística de la opinión de los ciudadanos sobre un tema concreto y en un momento real.
Pero como en todo … lo barato sale caro.


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